viernes, 18 de diciembre de 2009

El cuentapropista y el transporte popular

Por Miriam Leyva


Las crisis y los recientes cambios económicos sociales ocurridos a nivel mundial han afectado directamente los servicios públicos y la seguridad social de todos los países del mundo. En las naciones pobres o los estados de un menor desarrollo, esta situación se acrecienta mucho más y se manifiesta en forma drástica.


Esta concatenación de hechos negativos que inciden directamente en la economía, ha obligado a la elaboración de planes emergentes, a asumir nuevas formas para garantizar la continuidad en los sectores no rentables de la sociedad, tales como las áreas de servicios públicos y los programas sociales.


En el caso de Cuba, en específico, el país se ha visto obligado a reducir ostensiblemente las ofertas gratuitas y los servicios sociales dedicados a la población en general.


Por estas razones, ahora mismo, algunas áreas de la economía nacional cubana mantienen una importante dualidad. Son áreas donde el sector productivo está representado por dos categorías diferentes. Una de ellas se manifiesta mediante la presencia de empresas estatales y la otra mediante las ofertas de carácter privado que representan los trabajadores por cuenta propia. Son dos tipos diferentes de trabajadores que se vinculan a la producción y comercialización dentro de una misma área.


Un ejemplo típico de esta dualidad resulta el área de transporte popular. Como reflejo de las nuevas condiciones, en toda la nación se ha visto una reducción considerable de los servicios de transporte, tanto en los niveles locales como en los interprovinciales. Las afectaciones son palpables en los servicios de corta distancia clasificados como urbanos, porque se suceden dentro de los poblados y ciudades y los conocidos como rurales, que son los servicios que se prestan en las zonas de campo o la periferia de las ciudades. En la crisis actual están incluidos los transportes que se realizan por motivos privados y las que son efectuadas por razones comerciales.


En los últimos tiempos y de manera constante, se reduce el sector estatal del transporte público, al extremo de que actualmente se encuentra en los niveles más bajos de los últimos cincuenta años. Pero a la misma vez que el estado cubano abandona la actividad del transporte público, el sector de mercado que permanece y perdura ha comenzado a ser ocupado gradualmente por el movimiento de trabajadores privados o cuentapropistas del transporte.


Esta modificación no ha sido un cambio drástico, no ha existido la voluntad de promover esta sustitución, ni la intención de sustituir la oferta estatal por la contraoferta de transportistas privados.


Esto ha llevado un proceso gradual de adaptación, que implica la maduración de la idea y un convencimiento por ambas partes de la posibilidad de asumir de conjunto la actividad. Como proceso emergente, se ha tenido que estructurar sobre la marcha las reglas y condiciones que lo organicen, por lo que los niveles actuales distan mucho de alcanzar el equilibrio necesario para que la operación de conjunto fluya en las mejores condiciones, las operaciones están sometidas a un constante cambio y a una necesaria especialización.


Tampoco se puede decir que el cambio sea en igualdad de proporciones, el sector de mercado del transporte popular que está siendo abandonado por el estado es un área de inmensas proporciones, de amplias relaciones económicas, que va desapareciendo gradualmente, en la misma medida en que el estado se convence de la imposibilidad de mantener los niveles de antaño.


Por su parte, los cuentapropistas comienzan a ocupar solo una pequeña franja del espacio de mercado reducido que va dejando el estado. Así que la dualidad se manifiesta con una desproporción en cuanto a capacidades y posibilidades de ambos sectores, el privado y el estatal.

Pero el futuro se muestra halagüeño para los trabajadores privados del transporte, dentro de las dos opciones con que cuentan los servicios de este ramo, son los transportistas privados los que pueden mantener su oferta y los llamados a sostener este importante rubro de los servicios populares.

El sector estatal ha comenzado a ceder de manera definitiva el espacio del transporte popular a los cuentapropistas, de manera que la gestión de los cuentapropistas lejos de reprimirse o reducirse por posibles restricciones o limitaciones, ha comenzado a madurar como oferta social y empieza a manifestar sus primeros signos de expansión.

Se puede asegurar que el transporte de personal, en todas sus modalidades, comienza a crecer como una oferta de la economía privada en Cuba. El número de cuentapropistas dedicados a gestiones de transporte es tan grande que el sector se sitúa en el segundo lugar de la lista nacional de los trabajadores por cuenta propia. Los transportistas están solo por debajo de la actividad de renta de viviendas, pero por delante los agricultores de nuevo tipo.

Algunos especialistas en economía llegaron a asegurar que para finales del 2009 los trabajadores agrícolas privados llegarían a superar el número de cuentapropistas dedicados al transporte. Pero la realidad es que, si bien aumentaron los agricultores, hasta acusar el mayor crecimiento que ha tenido en un año un sector de cuentapropistas, los transportistas no solo se mantuvieron como el segundo sector del trabajador por cuenta propia, sino que también crecieron, aumentaron su número, con lo que aseguraron su ventaja y su segundo lugar nacional.

El sector de los cuentapropistas del transporte es en estos momentos una de las áreas de mayor futuro dentro de la gestión privada cubana. La variedad de transportes que se han manifestado con la gestión de los transportistas privados es tal que garantiza ofertas para todos los niveles y los diferentes poderes adquisitivos con que cuenta la sociedad cubana contemporánea.

Los cuentapropistas ofrecen servicios de transportes que van desde autos de buena calidad, pasando por camiones que en sus cargas llevan cientos de pasajeros, hasta bicitaxis que son una especie de ciclos a los que se le adaptan dos asientos y que por una módica suma cubren distancias cortas dentro de las ciudades.

Las ciudades del interior del país ante la ausencia de combustible y la crisis del mercado de piezas y reparaciones para los vehículos, ha desarrollado una incipiente industria paralela de bicitaxis y de los tradicionales coches de caballos, medios de transporte que se han adueñando de las calles de las diferentes ciudades, agregando colorido y personalidad a la labor de estos cuentapropistas.

Los coches de caballos, igualmente tiene diferentes modalidades, desde los que transportan a los pasajeros en calesas de estilo colonial, hasta los que tiran de enormes carretones adaptados para el transporte de decenas de pasajeros.

La buena noticia es que a pesar de la explosión de los transportistas privados con que cuenta el sector ahora mismo, la demanda del transporte no están ni remotamente cubierta, se necesitan muchos más transportistas en funciones para lograr llenar la necesidad de transporte popular que precisa el país.

Lo que viene unido a la toma de conciencia del estado que comprende cómo solo mediante la participación de los cuentapropistas podrán palear el déficit del servicio de transporte que sufre el país en estos momentos. Esto permite el crecimiento de la gestión privada y la especialización en la actividad por los próximos años

Dentro de la especialización del ramo se encuentra también la posibilidad de desarrollar toda una pequeña industria articulada en función del sector de los cuentapropistas del transporte.

En estos momentos los transportistas privados dependen en un 90% del estado para garantizar su gestión comercial. Esta correlación puede ir disminuyendo en la medida en que el sector privado tome conciencia de su papel y de su posibilidad como sector de asumir sus necesidades.

Los transportistas pueden desarrollar una serie de pequeños negocios que giren en rededor de la gestión del transporte privado. Es así que además de la especialización en las rutas o distancias a cubrir, pueden ir apareciendo diferentes centros de abasto y recolección de pasajeros.

Los sitios de trasbordo o terminales no tienen que ser necesariamente las mismas terminales estatales que históricamente funcionaron como dependencias de la administración pública. La creación de terminales propias para el transporte privado, permitirá el desarrollo y explotación de estos sitios en provecho directo del sector privado.

El manejo de un sitio de esta naturaleza permitirá a los transportistas disponer de mayores ingresos por sus operaciones, garantizando la creación de puestos de trabajo que permitan organizar la actividad, planificando de manera eficiente la gestión comercial, al poder dedicarse a vender con anticipación los pasajes.

Pero también aumentarán sus ingresos por la venta de otros servicios dentro de las áreas de las nuevas terminales. Nos referimos a servicios tales como el uso de sanitarios, la comercialización de pequeñas producciones, la venta de alimentos ligeros y muchas otras posibilidades que vendrán aparejadas al crecimiento de sus propias bases de operaciones.

Otra nueva posibilidad está en la creación de diferentes centros de fabricación de equipos y medios para la actividad del transporte, lo que permitirá un crecimiento sustancial en la actividad de los cuentapropistas. Las fábricas donde se construyan coches, remolques, bicitaxis y otros medios de transporte tienen un futuro garantizado. Es además una experiencia que se puede repetir en todas las provincias del país.

Otro elemento importante está en la red de mantenimiento y servicio que se debe desarrollar en paralelo con el sector del transporte privado.

Hay un elevado potencial en la necesidad de talleres que reparen los diferentes vehículos de transporte. Los talleres con que actualmente pueden contar los transportistas privados son muy pocos y de conformación elemental. El suministro de piezas de repuesto y las reparaciones capitales de los equipos, casi siempre están ligadas a instituciones estatales.

Como las operaciones del transporte privado están llamadas a crecer y perdurar, hay una muy buena posibilidad de desarrollar oferta de talleres de cuentapropistas a todo lo largo del país, sitios que puedan brindar servicios de reparación y mantenimiento a los diferentes transportistas. Es un sector al que deben prestar atención los interesados en trabajar por su cuenta.

Otra posibilidad de crecimiento de la actividad de los cuentapropistas ligados al transporte está en los fregadores, la posibilidad de abrir a lo largo del país nuevos negocios de este tipo que permitan disponer de servicios de limpieza, fregado y engrase de los diferentes medios de transporte.

En un menor grado pero con igual importancia se encuentra también la posibilidad de explotar talleres especializados en chapistería y pintura. Esta oferta si bien es fundamental, conlleva un alto riesgo por lo escaso de los materiales necesarios como el oxígeno y el acetileno. Pero si se lograra reestructurar el sistema de suministro de materiales, un ‘chapista’ vinculado a los transportistas privados siempre tendrá suficiente trabajo para todo el año.

El área del transporte privado debe desarrollarse como le corresponde a una rama de la industria. Al principio se manifestará en el pequeño sector que la actividad tiene asignado, pero con el paso del tiempo y motivado por los buenos resultados que su gestión ofrece, la actividad se irá expandiendo y creciendo en conjunto, hasta convertirse en la principal oferta del sector del transporte popular. La infraestructura paralela que esta actividad crea y que sostendrá las operaciones de este tipo, deberá crecer de conjunto con el sector de los transportistas.

Se debe incentivar la actividad privada relacionada a este sector, se debe crear una propia infraestructura, independiente a las escasas y complejas ofertas estatales. Así el crecimiento del sector dependerá directamente de la propia gestión privada y no estará subordinada a incontrolables condiciones ajenas a su voluntad.

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