martes, 20 de abril de 2010

INDIGNACIÓN A PLAZO FIJO


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


El 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, presenciamos la arremetida represiva del régimen castrista, centrada en las dignas Damas de Blanco. Los noticieros de televisión, fieles a las consignas del tenebroso Departamento de Orientación Revolucionaria, transmitieron un reportaje con escenas del hostigamiento contra esas mujeres admirables. No había que ser muy inteligente para comprender el objetivo de la inusual exhibición: atemorizar a los descontentos.

Otra vez se echó mano del pretexto escuchado antes: “Es la reacción espontánea del pueblo, indignado por las provocaciones de los asalariados del gobierno norteamericano”.

La nueva repetición de esta calumnia me hizo pensar en los notables vaivenes de la actuación popular: basta comparar —por ejemplo— la virulencia de los brutales actos de repudio contra los marielitos en 1980 y la gran tranquilidad de las mismas “masas revolucionarias” durante el éxodo de los balseros catorce años después. Supongo que cualquier despistado que crea de buena fe en la espontaneidad de la reacción popular, se asombrará de esa extraordinaria diferencia.

Pero es evidente que, para hacer esa comparación, cualquier observador tendría que mantenerse informado de la realidad de Cuba durante un decenio y medio, lo cual no siempre podemos esperar de —digamos— alguno de esos jóvenes extranjeros indigestados de marxismo que son los mejores candidatos a tragarse todas las fábulas del gobierno castrista.

En esta ocasión no ha habido que esperar tanto. Han bastado minutos para presenciar un cambio total, análogo al antes mencionado, aunque de signo contrario. Las mismas Damas de Blanco dan fe de ello: En los kilómetros que caminaron desde la casa de Laura Pollán hasta el Parque Villalón sólo recibieron muestras de simpatía o indiferencia, jamás de hostilidad; pero al arribo a este último paraje surgió como por encanto la “indignación de las masas enardecidas”: comenzó el gigantesco acto de repudio que esas valerosas mujeres tuvieron que sufrir durante horas hasta retornar al punto de partida.

Entre las muchas agresiones verbales y físicas que padecieron las Damas de Blanco durante esa jornada memorable vale la pena mencionar un sucedido relatado por la misma Laura, que seguramente ayudaría a aquel extranjero confundido a comprender qué es lo que pasa en realidad, y hasta qué punto es espontánea la reacción del pueblo:

Una de las “repudiantes” se pasó de la raya, por lo que recibió un violento empellón de uno de los agentes encubiertos encargados de evitar males mayores. Recuperada de su asombro, la aguerrida hembra gritó exasperada: ¿Y entonces para que me trajeron aquí!

Obviamente, esa fémina desconocía las ventajas de la discreta medianía. Ignoraba que, bajo el comunismo, la “indignación popular” que ella misma ejemplificaba tiene que ajustarse a las órdenes de los coreógrafos de turno; que si a los ojos de los jefes es malo no llegar, peor es pasarse. En fin: que como en la interesante película cubana Siete muertes a plazo fijo, también en estos casos el furor tiene que ser dosificado: se trata de una indignación a plazo fijo.

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