viernes, 27 de agosto de 2010

Al ritmo de abanicos.


Por Aimée Cabrera

20 de agosto 2010


El calor en la capital cubana es asfixiante, a pesar de la humedad y la cercanía del mar. Los que la habitan la desandan con tres implementos indispensables: un pañuelo, un frasco con agua y un abanico.

El pañuelo puede ser de un tejido cualquiera que sirva para secar la piel, el frasco no siempre es de agua mineral, y cualquier cosa que sirva para echar fresco, es utilizada como abanico.

Aunque no existen los códigos coloniales, en los que la mujer tenía innumerables frases atrapadas en las piruetas que hacía con su abanico; en la actualidad las cubanas se las arreglan para combinar su contoneo al caminar, junto al coqueteo con su abanico, con lo que logran movimientos sugerentes, que disparan la creatividad de los piropeadotes.




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Por eso muchos caminadores del Casco Histórico, entran y salen de una de las salas del Palacio de Lombillo para observar los abanicos creados por 16 artistas, en la exposición Aires de Gracia, donde los abanicos adquieren un nuevo sentido plástico.

En la sugerente exhibición se pueden ver abanicos creados por autores de la talla de Eduardo Abela, Alicia de La Campa, Ileana Mulet o Zaida del Río, en las que utilizaron materiales y técnicas tan disímiles como el lienzo, el óleo, el cartón o la madera.

Sus curadores señalaron que la idea de esta exposición surgió a partir de un trabajo de catalogación de abanicos de los siglos de dominio español, que realiza el Museo de Arte Colonial, motivo por el cual se convocó a artistas contemporáneos para que dieran su visión actual sobre el tema, ofrecida a través de 16 obras que complacen a quienes las podrán contemplar durante todo el mes de agosto.

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