Ante esto, los organismos de la ONU han optado por efectuar estimaciones de los índices macroeconómicos cubanos. El Programa para el Desarrollo (PNUD) en su Informe de Desarrollo Humano 2009 (IDH) sitúa Cuba en el 2007 con un Producto Interno Bruto (PIB) per cápita de 6 876 US dólares en Paridad de Poder Adquisitivo (PPA) de Estados Unidos. Con ello, se ubica en la posición 22 de una lista de 33 países de América Latina y el Caribe, o sea entre los 12 más pobres, a un 28,2% por debajo de la media de la región, que fue de 9 434 US dólares.
Según estimados de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), Cuba tuvo en 2007 un PIB per cápita de 4 173.3 US dólares a precios constantes del 2000, o sea una base distinta a la empleada por el PNUD. De acuerdo con ello, ocupó el lugar 17 en la lista de 33 países. El PIB cubano esta a un 12.0% de la media regional en su conjunto, y un 24,6% del promedio del Caribe.
En las mediciones de la prestigiosa revista inglesa the Economist, en su Pocket Book de 2009, aparece Cuba con un PIB per capita de 3 900 US dólares, calculado para el 2006 a una Paridad de Poder Adquisitivo de Estados Unidos, para el lugar 23 en un listado de 26 países de América Latina y el Caribe.
Por muchos años, como índice macro económico sintético se utilizó el PIB per cápita para medir el desarrollo de los países. Sin embargo, desde hace algunos años y de acuerdo con los trabajos de distinguidos economistas, ha quedado claro que el crecimiento económico no equivale siempre exactamente al progreso. Existen naciones, cuyas riquezas dependen de la suerte de poseer valiosos yacimientos de recursos naturales como el petróleo, o de momentáneas coyunturas favorables, sin haber logrado una diversificación productiva ni progresos importantes en las esferas de la salud, cultura, desarrollo científico- técnico y seguridad social, entre otras. Esto sin entrar a analizar el espinoso asunto de la inequidad en la distribución de la riqueza.
Sin embargo, hay que apuntar la existencia de una altísima correlación entre los países con alto nivel de desarrollo científico-técnico, educacional, cultural y en otras esferas importantes, incluidas social y política, y el nivel de PIB per capita. Eso indica que precisamente la miseria no es propicia para fomentar el desarrollo, mantener la estabilidad social y la concordia política. Por tanto, puede afirmarse que el PIB en su dinámica continúa siendo importante para analizar y medir, en unión de otros factores, el avance de una nación.
En cuanto a Cuba, aunque las cifras estimadas de las tres fuentes citadas anteriormente muestran diferencias notables, sí brindan elementos irrebatibles del retroceso sufrido por la economía cubana después de 50 años de totalitarismo. Antes de 1959, los datos muestran que el PIB por habitante era equiparable con los de Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica, los países más desarrollados en la región entonces, si bien es cierto que sectores poblacionales estaban marginados y sumidos en la miseria, fundamentalmente en zonas rurales. Esa situación se esperaba fuera solucionada por la revolución.
Ahora los datos aportados por esas fuentes denotan que lejos de progresar, Cuba se ha empobrecido, y forma parte de los países menos desarrollados de la región, no obstante la grandilocuencia de la propaganda oficial, propagadora de éxitos inexistentes. En los hechos, los problemas resultan más graves debido al acrecentamiento de la crisis económica, política y social, que conduce irremediablemente a grados superiores de pobreza, incluso está presente una involución cada vez más pronunciada en campos donde se habían alcanzado avances como la salud pública, educación y la seguridad social, ante el impacto de un “Periodo Especial” que dura 20 años, reforzado en la actualidad por un contexto internacional desfavorable.
En 2009, con toda seguridad, el PIB por habitante decrecerá. Así lo indica la caída estrepitosa del comercio exterior, los ingresos por turismo, la producción agropecuaria en su conjunto y los demás sectores económicos, con un incremento del deterioro del nivel de vida de la población, sin que por el momento se aprecie una reacción adecuada por parte del gobierno. Espinosa Chepe, Oscar.
Oscar Espinosa Chepe
Economista y Periodista Independiente
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