lunes, 12 de abril de 2010

AL GENERAL SE LE ACABA EL TIEMPO


Oscar Espinosa Chepe

Economista y Periodista Independiente


Con el discurso pronunciado en la clausura del IX Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas el pasado 4 de abril, el Presidente Raúl Castro evidenció sus vacilaciones y temores para iniciar las reformas estructurales y de conceptos, prometidas el 26 de julio de 2007. Con aquellas manifestaciones había creado expectativas entre la población de que podrían comenzar cambios económicos que mejoraran las miserables condiciones de vida del pueblo cubano.


En esa ocasión y posteriormente, reiteró su disposición de entablar negociaciones con el gobierno de Estados Unidos en condiciones de igualdad para encontrar soluciones al clima de agresividad existente desde hace cinco decenios. Al asumir el poder oficialmente el 24 de febrero de 2008 se pronunció contra las prohibiciones absurdas y prometió una era de racionalidad, lo cual fortaleció las esperanzas de transformaciones.


Desde entonces prácticamente nada se ha hecho, a no ser medidas aisladas y contradictorias que, en un contexto económico, político y social disfuncional, pocos efectos beneficiosos han rendido. Con los discursos del 20 de diciembre pasado y el pronunciado hace unos días, el General vuelve a justificar su inacción y pide más tiempo, mientras los problemas se acumulan y la sociedad se desmorona aceleradamente. En su reciente intervención reconoció que “la batalla económica constituye hoy más que nunca la tarea principal y el centro del trabajo ideológico”. Sin embargo, después de casi cuatro años de poder, no toma medidas concretas para revertir la situación.


Admitió que existe más de un millón de personas empleadas innecesariamente, monto superior al 20,0% de los trabajadores ocupados actualmente, pero no dio soluciones a un problema que sólo podrá resolverse en el marco de una reestructuración radical del desorden laboral prevaleciente. Dice rechazar dogmas, pero reiteró la gastada teoría de un socialismo cubano, cuando en realidad se mantienen mecanismos antisociales, cada vez más alejados de cualquier concepto de protección de los trabajadores, quienes reciben salarios insuficientes para subsistir, como el Presidente reconoció hace algún tiempo. Paralelamente, los servicios prestados en sectores donde hubo determinados progresos, como la salud pública y la educación, pierden calidad y eficiencia por carecer de sustentación económica. A medida que transcurre el tiempo, la situación se torna más difícil. La falta de liquidez asfixia la capacidad de compra externa y el proceso de autofagia económica se acelera con consecuencias muy preocupantes.


El Congreso de la UJC resultó una prueba del declive de esa organización y su carencia de liderazgo entre la juventud cubana. Aunque las intervenciones mostradas en la televisión fueron extremadamente filtradas, las palabras más escuchadas fueron falta de ejemplaridad, apatía, burocratismo, inasistencia a las reuniones de la militancia, lo que demuestra que al igual que las demás organizaciones gubernamentales la UJC se encuentra envuelta en una grave crisis de legitimidad y es rechazada por la juventud que ve al totalitarismo como un obstáculo a sus ansias de progreso y bienestar. Esto explica porque el Presidente sigue sin dar fecha para la realización del Congreso del Partido Comunista, y ni siquiera de la Conferencia que debe precederle, según él había anunciado meses atrás.


El discurso es una evidencia adicional de que el gobierno se ha quedado sin argumentos creíbles. Por ello recurre al gastado truco de culpar de todo a la supuesta injerencia extranjera, cargando contra la Resolución del Parlamento Europeo del 11 de marzo, Estados Unidos, como es tan usual, soslayando los gestos de la Administración Obama para procurar soluciones al diferendo, y la prensa internacional. Es de esperar ataques hacia países latinoamericanos como México, Chile y Brasil, donde órganos legislativos se han pronunciado a favor de la libertad y la democracia en Cuba en votaciones con activa participación de parlamentarios socialistas.


El aislamiento del gobierno cubano se profundiza. Decenas de miles de intelectuales, artistas y personas en general, incluidos simpatizantes del régimen por muchos años, a través de un llamamiento han reclamado la liberación de los prisioneros de conciencia y políticos pacíficos. Incluso emblemáticas voces de la cultura cubana se han expresado al respecto, hartas también de tanta falsedad y engaño.


Cuando se complica progresivamente la situación, a falta de argumentos válidos, el régimen se parapeta, como dijera Raúl Castro, y llama a la represión abierta y no es descartable que temerosos de las consecuencias políticas por el continuado deterioro económico, descargue nuevamente su zarpazo sobre la pacífica oposición para acallar sus voces y enviar un mensaje de terror a toda la población. Así la fracasada gerontocracia quiere imponer al pueblo su decisión -manifestada en el discurso del Presidente- de que la nación desaparezca antes que iniciar un proceso de cambios, con lo cual demuestra su esencia egoísta y antipatriótica.


En esta oportunidad, el General ha dejado ver que sus promesas de cambios económicos podrían haber sido una táctica para crear esperanzas entre la población de un futuro mejor para ganar tiempo. Todo parece indicar que no existía el propósito real de modificar un sistema irracional que ha destruido Cuba durante 51 años. Resulta patente que fue otra operación de distracción, dirigida a mantener el poder absoluto. Ganaron tiempo con esa estratagema, pero los problemas se profundizaron y al descubrirse los verdaderos fines el tiempo se les acaba.


La Habana, 9 de abril de 2010

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