martes, 20 de abril de 2010

LAS VIGAS DEL CASTRISMO


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente

El Parlamento Europeo, por abrumadora mayoría, adoptó una argumentada y contundente resolución sobre la situación de Cuba. Sobresalen en ella aspectos vitales; en primer lugar, la condena de “la muerte evitable y cruel del disidente preso político Orlando Zapata Tamayo”.

También se deplora la ausencia de cualquier “gesto significativo de las autoridades cubanas… en favor de la liberación de todos los presos políticos y del pleno respeto de las libertades y derechos fundamentales”, y se llama la atención “sobre el alarmante estado en que se encuentra el periodista y psicólogo Guillermo Fariñas”.

La reacción del régimen castrista fue rapidísima. El mismo día salió publicada una declaración a nombre de la Asamblea Nacional. La prensa oficialista no se ha molestado en explicar cómo fue que los más de seiscientos diputados acordaron ese documento, si no estaban reunidos.

La endeblez de los argumentos empleados salta a la vista: ¡No vacilan en exaltar los supuestos logros del régimen en “la lucha por la vida de los seres humanos” apenas un par de meses después que murieran más de cuarenta enfermos mentales por frío (¡en el trópico!), hambre y abandono!

Vale la pena recordar esa masacre mientras evaluamos las palabras del canciller Bruno Rodríguez en Ginebra, destacadas por Granma en su primera plana una semana antes: “Cuba tiene una ejecutoria meritoria e intachable en la protección del derecho a la vida…”.

Al propio tiempo, la prensa oficialista cubana ha desatado una campaña propagandística enfilada contra los europeos. Es raro el día en que no aparece un artículo criticando las violaciones reales o supuestas de los derechos humanos en el Viejo Continente.

Cabe aquí recordar aquello de que en todas partes cuecen habas. Resulta difícil imaginar un país en el que no haya un solo hecho de esa clase. El problema radica en la seriedad con que se aborde esa problemática; y —por supuesto— en la magnitud de las infracciones perpetradas.

Recuerdo un viejo informe por países elaborado por Amnistía Internacional. En la sección de Ruanda se señalaba el genocidio que provocó la muerte de cientos de miles de seres humanos; en el capítulo consagrado a Suecia, se debatía si existió o no la bofetada que un inmigrante africano denunciaba haber recibido de un policía.

Cuestión de grados. No critico a la prestigiosa organización internacional; respeto su política de señalar simplemente hechos, sin otorgar calificaciones a los distintos países. Pero no hay que confundir una simple pajita con una viga.

Esto último es lo que hace el régimen de La Habana: Un detallado recuento de las pajitas —reales o ficticias— alojadas en los ojos ajenos, mientras se niega a ver las vigas incrustadas en los propios.

Debemos tener presente esta triste realidad al analizar la situación actual: En las cárceles cubanas permanecen veintenas de presos de conciencia, muchos de ellos gravemente enfermos, mientras el licenciado Guillermo Fariñas continúa su epopéyica huelga de hambre y sed en demanda de la liberación de estos últimos.

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