lunes, 7 de junio de 2010

ESAS MUJERES QUIEREN QUE SUS ESPOSOS ESTÉN EN LA CALLE

Cuando en 1886 se dio la libertad a los esclavos, no sabían


Qué hacer con ella.


Cuando tengamos la democracia por la cual decimos que


Luchamos nos pasará igual.


(La frase es mía)



¿Qué mujer no quiere que su esposo esté a su lado? ¿Qué madre no quiere ver a su hijo a su lado?


En mi habitual recorrido por las delegaciones provinciales tengo por costumbre visitar a los familiares de los presos, tanto del grupo de los 75, como a los otros (que casi nunca mencionamos). En Guantánamo, igual que en otras ocasiones, me entrevisté con Mayelín (esposa de Manual Ubals) e Ileana (esposa de Juan Carlos), acompañada de activas personalidades de la oposición de esta provincia. Hicieron un documento (no lo hice yo) solicitando el apoyo a las gestiones de la iglesia católica cubana a favor de la libertad de sus familiares y del resto de los prisioneros, porque el año anterior les hice un video donde solicitaban que la prensa internacional las visitara, y no prosperó.


¿Cómo vive Mayelín?

De izquierda a derecha: hermana de Ubals, Mayelín


Mayelín no tiene nada que perder y sí mucho que ganar cuando tenga a su marido, padre de sus hijos, a su lado. Vive en un pedazo de tierra, sin piso, con dos habitaciones: la cocina, donde estás de pie y la sala, donde se recrea una cama camera y una litera que pide a gritos ser sustituida; en este recinto estás acostado o sentado, porque la sala es el cuarto y viceversa. En este pedacito de tierra se ve un refrigerador roto y un televisor que funciona. Tiene tres hijos, el menor nació estando su padre prisionero.


La miseria que se respira en este hogar contrasta con el calor humano y las palabras de esperanza cuando habla de su esposo, y la pena de que su hijo lo conociera en prisión. No es alarde, pueden ir a casa de Mayelín, allí les espera la cama y la litera (pueden escoger: sentarse encima de la cama o hacer la visita acostado).


Esta es la situación de una de las esposas de un prisionero del grupo de los 75, que pudiera ser la de otras Mayelines. En estas circunstancias, ¿CÓMO NO VA A QUERER QUE LIBEREN A SU ESPOSO?


Señores, ¡por favor!, a otro con ese cuento. Decimos que luchamos por la vida de Guillermo Fariña, para que no muera, pero cada día que perdemos es un día menos de vida que tiene, porque nosotros se la quitamos. Paradójicamente, estamos enfrascados en dos luchas: por la vida de Guillermo y porque los presos continúen en prisión.


Mayelín, ¿Puede ir a la iglesia de la Santa Rita?, ¡Por Dios! Quiere a su esposo en la calle y que la prensa internacional la escuche.


ILEANA

Ileana. Al fondo la litera de referencia.


Esposa de Juan Carlos. Tiene que trabajar para vivir y visitar a su esposo cuando las circunstancias lo requieren. No puede venir a la iglesia de la Santa Rita. Ella quiere que su esposo luche la vida a su lado, no en la cárcel.


LISANDRA

Lisandra

Los hijos: Luisito y Talía


Lisandra, esposa de Luís Milán, trabaja y es madre de dos niños pequeños y tiene a la tía inválida. Mantiene a su familia y le compra al esposo la alimentación que necesita.


Las tres reciben la ayuda corresponde, cada 45 días, y Juan Carlos (como periodista independiente) cuando la misma llega. Gracias al esfuerzo de hermanos y amigos que se encuentran fuera de Cuba pueden medio vivir, porque el salario no alcanza apenas para una semana de subsistencia. ¿Puede Lisandra venir a la Iglesia de la Santa Rita, en la ciudad de La Habana?


Ellas tienen iglesias en sus respectivas provincias y allí acuden, la santa las escucha igual. No es ir a la iglesia para una foto sino obrar en fe, lo que hacen. Para que se conozca, en estas provincias hay mujeres que las apoyan.

Con este escrito, que pueden verificar visitando Guantánamo y Santiago de Cuba, se ganan títulos; no importa, estamos acostumbrados, porque si no pensamos igual es así. Resulta un reto sustraernos a medio siglo de totalitarismo y dictadura.


Pensemos en las esposas, madres, padres, hijos y familiares. Deliberar en ellos -y en sus presos- no significa claudicar en los principios que nos alentaron a incorporarnos a la lucha por la libertad de expresión, sindicalización y el cumplimiento de la Carta Universal de los Derechos Humanos, que preconizamos.


Pensar en las madres que sufren no es echar por tierra nuestra dignidad como opositores, ni renunciar ante el Estado de Derecho que nos oprime; más que eso, es un acto de humanidad, una posibilidad a la cual debemos aferrarnos, por no tener otra opción.


Que no quede en nuestra conciencia obstaculizar las gestiones Iglesia-Estado, sino ayudar a liberarlos. Quienes estamos en la calle recapacitemos en los prisioneros y en la posibilidad, en 50 años, de que obtengan su libertad, ¿Acaso no es un verdadero triunfo?


El momento es de unidad a favor de la libertad de los presos, no de unidad a favor de que sigan encarcelados.

Respetuosamente,


Dra. Maybell Padilla Pérez

A título personal

Con el derecho que me da la democracia.


Nota: Los invito a visitar a Mayelín.

Ahogados entre 3 y 4 sur, no. 1354 A Guantánamo

(Rolando Tudela, Delegado del CUTC en Gtmo., él los guiará).

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