martes, 2 de noviembre de 2010

Padre de leyenda.



Por Aimée Cabrera




Aún recuerdo la anécdota que me hiciera una maestra que quiso motivar a sus alumnos de quinto grado el curso pasado y, descubrió atónita, que desconocían quien era el Padre de la Patria.


Ellos sabían que Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo había dado la libertad a sus esclavos el 10 de octubre de 1868, en su ingenio La Demajagua, pero no lo asociaban como Padre de la Patria, mucho menos saber el por qué de esa denominación; así, lo que hubiera sido un atractivo momento de interacción, se convirtió en una explicación, lo más resumida posible, de quién fue este patriota y el por qué de su sobrenombre.


Fue Céspedes el iniciador de las luchas independentistas cubanas, hombre perteneciente a una ilustre familia, que creció en la opulencia, quien tuvo tiempo de pensar en la suerte desgarradora de los pobres y de los esclavos, así como de todos los que sufrieron los desmanes de la colonia española.


Nació en Bayamo, el 18 de abril de 1819. Se recibió de Bachiller en La Habana, en el año 1838. Dos años más tarde, contrajo matrimonio con su prima María del Carmen Céspedes y del Castillo. De este matrimonio nacieron tres hijos: Oscar, por cuya ejecución recibe el título de Padre de la Patria, Carlos Manuel que luchó en las guerras de independencia, vivió en el exilio y falleció en Cuba en el año 1915, y María del Carmen, que falleció siendo niña.


Destaca Eusebio Leal Spengler, en su obra El Diario Perdido, que este matrimonio, no fue afortunado, y señala como prueba que Carlos Manuel realiza un viaje prolongado a Europa, residiendo en las ciudades españolas de Berenguer y Madrid; obteniendo en la universidad madrileña el título de Abogado en 1842, estando por esa fecha recién casado.


Allí participó en la conspiración organizada y dirigida por el Gral. Prim, la cual fracasó, motivo por el cual tuvo que abandonar la Metrópoli de manera precipitada. A continuación visitó Inglaterra, Francia, Alemania e Italia. A su retorno a Cuba en 1844, abrió un bufete en su pueblo natal. Su primera cónyuge muere de tisis, el 19 de enero de 1868, él supo estar en su lecho de enferma hasta el desenlace final.


A finales del mismo año, Céspedes conoce a Ana Valentina Quesada y Loynaz, se dice que la diferencia de edad entre ambos (Ana nació en 1842) no fue impedimento para que se sintieran atraídos y en 1869, contrajeron matrimonio. De este enlace nació Oscarito, quien murió pequeño, y los jimaguas Carlos Manuel y Gloria de los Dolores que nacieron en Nueva York en agosto de 1871, luego de que su progenitora llegara a Estados Unidos en enero del mismo año.



Se destacó Céspedes además, por ser un intelectual, un hombre de vasta cultura que quedó plasmada en su quehacer el cual incluyó poemas y otros documentos, entre los que vale destacar su valioso diario escrito en la localidad de San Lorenzo, tras ser destituido de su cargo de Presidente de la República en Armas,


Poco sabemos de su valor a toda prueba antes del 10 de octubre de 1868. Se cuenta que protestó cuando el gobernador de Bayamo, don Toribio Gómez hizo un brindis para celebrar la ejecución de Narciso López en vil garrote en 1851, por lo que fue condenado a prisión y confinado en Palma Soriano, junto a su tío don Lucas del Castillo, y a su primo, el poeta José Fornaris.


Fue perseguido por sus ideas entre los años 1852 y 1855; y en 1867 concurre a La Junta Revolucionaria de Oriente donde se destaca por sus ansias libertadoras. Entre amantes de la independencia comienzan a fijar la fecha del levantamiento. El jefe de telégrafo de Bayamo, Ismael de Céspedes, sobrino de Carlos Manuel, recibió el telegrama de que su tío junto a otros patriotas serían encarcelados.


El listado incluía además a Francisco Vicente Aguilera, Pedro Figueredo, Francisco Maceo, Bartolomé Masó, y Javier de Céspedes. Ismael avisa a los conspiradores y se adelanta la fecha del levantamiento para la madrugada del 10 de octubre.


Se cuenta que en 1870 su hijo Oscar es apresado por las fuerzas españolas quienes persiguen dejarlo con vida, si Carlos Manuel se somete a España. Es conocida su pronunciación, a partir de las cual es llamado para siempre El Padre de la Patria: “Oscar no es mi único hijo, lo son todos aquellos que mueran por nuestras libertades patrias”.


Al reunirse la Asamblea de Guáimaro y adoptarse la Constitución de la República en Armas del 10 de abril de 1869, Céspedes fue electo presidente pero su actitud antidemocrática y centralizadora, le valieron su destitución después. Pidió permiso para ausentarse del país, mas al no lograr su objetivo decidió irse a vivir a la finca San Lorenzo, donde enseñó a leer y a escribir a los niños de los alrededores.


En este desempeño fue sorprendido por una columna española y cayó el 27 de febrero de 1874. Algunos afirmaron que se había quitado la vida con su propio revólver. Su hijo Carlos Manuel que estaba cerca del lugar donde ocurrió el lamentable hecho, pudo recoger algunas pertenencias de su padre, dejándolas enterradas en la zona, porque el cuerpo del patriota había sido llevado a Santiago de Cuba y expuesto en el Hospital Civil.


Aspectos biográficos como éstos y otros muchos deben aparecer en los libros de textos de, los diferentes grados escolares, para que los estudiantes conozcan más sobre el singular hombre que fuera don Carlos Manuel de Céspedes y del Castillo.


De él dijera Manuel Anastasio Aguilera, en “El Americano Ilustrado”: “Céspedes era de pequeña estatura, aunque robusto, bien proporcionado, de fuerte constitución y rápido en sus movimientos. En su juventud fue muy elegante, bien parecido y de simpática figura. Se distinguía mucho en el baile y la equitación; era esgrimista y gimnasta y se le citaba como perito de ajedrez. Tenía un valor personal a toda prueba, acreditado en diversas circunstancias de su vida. Era hombre de gran imaginación, astuto, disimulado, severo, cortés y agradable en el trato social, tolerante por cálculo; poseía una fuerza de voluntad indomable, y era sobremanera galante y delicado con el bello sexo”


Como es de suponer, José Martí se refirió en diferentes ocasiones a hombre tan especial y, sin desmeritarlo, estableció un bello paralelo entre él e Ignacio Agramonte, como en su obra Céspedes y Agramonte donde refiere: “De Céspedes el arrebato, y de Agramonte la purificación. El uno desafía con autoridad como de rey; y con fuerza como de la luz, el otro vence”.


Es por eso y por otras tantas anécdotas y testimonios, que Carlos Manuel de Céspedes, todo un hombre de leyenda, debe ser estudiado con más profundidad a través de los niveles escolares existentes en la nación. Mi amiga me prometió, por su parte, relatar todo lo que pueda de este Padre de Cuba a todos sus alumnos, sepan o no de él, pues coincidimos en que todos estaremos siempre en deuda, con su incondicional altruismo y amor.



Bibliografías consultadas:

Obras Completas de José Martí, Volumen I, Editorial Lex. La Habana, 1953.

Precursores y Fundadores, de Benigno Vázquez Rodríguez. Editorial Lex, La habana 1958.

El Diario Perdido de Eusebio Leal Spengler. Ediciones Boloña. La Habana, 1998.

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