Ciudad de La Habana
DICTADURA
Frank Correa
Hace poco un brasileño que investiga sobre el periodismo independiente me contactó para entrevistarme. Nos encontramos un lunes por la mañana frente al hotel Habana Libre, confesó que por más que observaba el país no veía ninguna dictadura.
Le expliqué los múltiples riesgos del oficio y las condenas que purgaban en prisión algunos de sus fundadores, pero el hombre continuaba sin ver la dictadura.
Para que aprovechara su estancia en Cuba le propuse al otro día ir a Santa Fe para que conociera a Tania Díaz Castro, luego a Lawton por Juan González Febles, donde confecciona en su pequeño apartamento de la calle Armas la revista Primavera Digital, y el jueves participaríamos en una tertulia del Club de Escritores Independientes.
El brasileño se interesó en conocer Jaimanitas para ver cómo vivía, lo monté en un viejo almendrón americano de los años cincuenta que por veinte pesos nos llevó hasta el barrio.
Evitó sentarse en mi viejo butacón por temor a derribarlo, prefirió tomar fotos del techo endeble, la ausencia de mobiliario, la insuficiencia de espacio, lamenté no poder invitarlo a almorzar porque estábamos a fin de mes, la excusa le extrañó. Tuve que contarle que en Cuba vivíamos con una libreta de racionamiento, los productos alcanzaban solo para la mitad del mes, el resto de los días había que lucharlos a altos precios en el mercado negro.
Le entusiasmó la idea de acompañarme al mercado negro a luchar la comida. En la bodega de manera subrepticia conseguimos arroz y frijoles, no pudimos llevar aceite por falta de pomo, seguimos para casa de Rubén el pelú, matador de cerdos, entramos por un estrecho pasillo y el brasileño se atoró, pero felizmente pudo llegar a la carne, sacó cuentas, anotó, tomó fotos.
Continuamos hacia el agro mercado, donde solo había plátanos, compró una mano, anotó el precio, sacó cuentas, retrató. Conseguí un pomo vacío y corrimos a la bodega por el aceite, pero ya había cerrado.
Mientras comíamos reconoció que en Brasil los alimentos sobraban. Nos despedimos al final de la tarde, con la intención de vernos al otro día en el mismo sitio para cumplir el plan de actividades acordado, pero por la noche mi vecina me llamó para darme un recado:
--Llamó tu amigo brasileño, dice que lo regresan a su país en el vuelo de las doce, y le quitaron las fotos.
MUERTO A PALOS
Frank Correa
Jaimanitas acaba de ser testigo de otro suceso alucinante de los tantos que la distinguen, en la calle 232 entre Tercera y Tercera B, número 260, fue muerto a palos Raúl, un aciano de noventas años, por sus dos hermanos de 87 y 86 años.
Los tres viejitos vivían solos en la casa y siempre peleaban cuando Raúl sufría sus ataques de delirio, durante las crisis aparecía la muerte preguntándole a cual de los tres quería que se llevara, entonces los otros lo acallaban a palos.
Recientemente apareció una muchacha que dijo ser bisnieta de Raúl, quien es el propietario de la casa. Ninguno de los tres la conoce pero de todas formas la muchacha se asentó en un cuarto, dijo en el barrio que iba a cuidar a los ancianos, luego trajo a vivir con ella a un policía, se comenta que la joven es una aprovechada con aspiraciones a quedarse con la casa cuando los viejos estiren la pata.
Pero anoche la entrada a palos de los hermanos fue tremenda, porque Raúl dijo que veía a la muerte demasiada clara, insistiendo que respondiera a cuál de los tres llevarse, y antes que el anciano hablara lo acostaron en la cama y lo molieron a palos, la muchacha salió a la calle pidiendo auxilio, Mario el relojero y el bemba pasaban por la calle en ese momento y los desapartaron, pero ya Raúl estaba muerto.
El policía llegó de inmediato, aportó los datos del occiso, explicó el desequilibrio mental que sufrían los otros dos viejos.
Nos reunimos en la esquina antes del entierro Ñico, Crispín, el churro y Joaquinito, ha recordar a Raúl, quien fue en su tiempo un personaje público, tenía casi la misma edad del pueblo y conocía las historias más increíbles sobre Jaimanitas. También comentamos de sus visiones demoníacas, las golpizas, la bisnieta recién aparecida que debía estar muy contenta con la primera baja.
Los transeúntes que se detenían a preguntar de qué había muerto el anciano no querían creer que fue muerto a palos, y menos aceptaban que por sus propios hermanos. Y mucho menos la coincidencia que el primer apellido de Raúl era Castro.
EL DESCUBRIMIENTO DE PADILLA
Frank Correa
Leonardo Padilla, un cocinero por cuenta propia en embajadas que solicitan sus servicios por sus conocimientos de la culinaria internacional, y que gusta en su tiempo libre estudiar los comportamientos sociales, dice que acaba de descubrir por qué fracasó el socialismo en Cuba. .
Le tomó cinco años llegar al descubrimiento, que incluyó leerse decenas de libros de marxismo y numerosos análisis estadísticos, pero sobre todo observar a profundidad a Cuba, y responderse los discursos del comandante en jefe durante 50 años, donde aseguraba que el socialismo era la sociedad del futuro
Padilla llegó a la conclusión que es en el concepto Educación donde se falla, de ahí se derivan todos los males: La corrupción, el desvarío del estado y el gobierno para resolver los problemas y sobre todo el divorcio con la realidad, con lo cívico y lo ético.
Me puso un ejemplo concreto, el caso de su refrigerador chino, que además de que le recogieron de su casa un Philco americano en buen estado sin que le valoraran un centavo, el estado le ha impuesto una deuda de seis mil cien pesos por el aparato nuevo, pero solo mediante dos formas de pago, al contado o por crédito bancario avalado por un centro de trabajo.
Como Padilla es desvinculado laboral el representante del gobierno en Jaimanitas le alertó que en enero serán puestos a disposición de los tribunales lo que no hayan pagado el refrigerador. Lleva un mes peloteado de una oficina a otra buscando la forma de pagar, pero las trabas burocráticas no se lo permiten, le exigen que se busque un co deudor, pero nadie quiere echarse arriba esa deuda. Intuye entre el estado y el gobierno una componenda con mal final, cuando pongan en manos de los tribunales a los morosos un juez pudiera dictar sentencia y sus huesos van a terminar en la cárcel.
El representante del gobierno lo envío ayer otra vez a la Dirección de Finanzas y Precios del municipio Playa, pero en esa instancia solo se están entregando chequeras para amas de casas puras, según le dijo la funcionaria Olivia, que lo trató sumamente mal, y luego de un intercambio filosófico cargado de ironía, sentenció que su caso no tenía solución.
Padilla intentó explicarle su tesis sobre del divorcio del estado y el gobierno con el pueblo y la realidad objetiva y Olivia se ofendió. Le dio la espalda, dijo que el estado era ella y que se reía del gobierno, que no le interesaba nada, de nada. Que se fuera con su cuento a otra parte.
EL FIN DE UNA ESPERANZA
Frank Correa
La iglesia evangélica de Jaimanitas fue cerrada por el estado bajo las justificaciones siguientes: la música que acompañaba a las alabanzas y las adoraciones era muy alta y la algarabía de los fieles perturbaba a los vecinos colindantes, sobre todo a los niños.
También porque en el Registro de la Propiedad, ese lugar aparece como la vivienda de Marlem Gatorno, una vieja casona de madera rodeada de un terreno baldío, y esta iglesia evangélica fue levantada hace un año con esfuerzos propios, por los cristianos de Jaimanitas que debían viajar hasta la Liga evangélica de Cuba, situada en el municipio Marianao, a veces hasta tres veces al día, para ayunos, vigilas y cultos. Entonces entregaron sus pocos ingresos para comprar materiales constructivos y sillas, edificaron una gran nave con púlpito y eligieron a su propio Pastor y a sus ministros.
En aquel terreno abandonado del patio de la vivienda de Marlem Gatorno, se levantó un refugio de esperanza que irradió una nueva luz. Los misioneros comenzaron a predicar por todo el pueblo la palabra del Señor y a rescatar las ovejas perdidas. Así en un tiempo mínimo se fueron convirtiendo a la fe de Cristo muchos borrachos, locos, delincuentes y jineteras, que encontraron alivio en aquel recinto, algo muy difícil de conseguir en estos tiempos.
La iglesia de Jaimanitas comenzó a crecer y a expandirse y ya resultaba pequeña para tantos cristianos que acudían todos los días en busca de las bendiciones del espíritu santo. La calle tercera y 230 se llenaba tanto que dificultaba en horas de la noche el tráfico y siempre tenía invitado a un pastor de Chile, Perú, España o los Estados Unidos.
Cuando la Liga evangélica de Cuba les donó el moderno equipamiento de audio, la potente voz del Pastor en su prédica se escuchaba a muchas cuadras a la redonda. Sobre la puerta de entrada colgaron un inmenso cartel: “Esta es una iglesia feliz y en Victoria”.
Hace poco llegaron los inspectores estatales como fariseos a enrarecer el templo con sus incriminaciones del ruido y la violación de la Ley de la Propiedad y pusieron fin a tanta dicha. Los borrachos han regresado a sus botellas, los locos a tirar piedras por las calles, las jineteras a la Quinta avenida y los delincuentes a sus delitos. Donde antes se elevaba una iglesia feliz y en victoria existe nuevamente un terreno baldío.
EL HOYO NEGRO
Frank Correa
En la playa Guanabo, en un sitio llamado La barca, a unos cien metro del mar y sobre un promontorio, se encuentra enclavada Villa Coral, el hotelito de descanso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba.
Hermosa construcción muy bien cuidada, con diez habitaciones rodeada de jardines, un parque para niños, un estanque con peces, un restaurante, un bar y una pista de baile siempre vacía.
Las manos de numerosos artistas de la plástica como Fabelo, Nelson Domínguez, Choco, Ever Fonseca, aparecen por los rincones de la instalación, en pinturas, jarrones, cerámicas, estatuas. Por allí ha transitado parte de lo más culto de Cuba del último medio siglo.
Villa Coral también es un sitio preparado para la lectura de libros por los miembros de los jurados internacionales encargados de dictaminar qué artista subirá al pináculo cada año en los concursos de literatura.
Pero un misterio convertido en leyenda por los custodios y el personal de servicio del hotel pone sobre aviso a los huéspedes cuando se instalan el primer día. Cuentan que por las noches se escuchan voces, como si alguien cantara y recitara, además un gato negro ronda los pasillos y han visto de madrugada extrañas siluetas deambulando por los jardines.
El año pasado en la habitación número 2 amaneció muerto un guionista de cine, y hace poco en la número 8 un joven realizador de video de la filial de Bayamo parece haber visto algo de madrugada y sufrió un ataque cardíaco, su madre, una cantante de música campesina y miembro de la UNEAC por más de treinta años, despertó a gritos a los huéspedes para que la ayudaran, cuando al fin apareció el auxilio ya era tarde, el artista murió camino al hospital.
Dice un viejo custodio que tantos enigmas quizás se deban a que la edificación fue construida sobre un antiguo cementerio, jura por su madre a los huéspedes que escuchan sus historias que en la habitación número 1 las ventanas y la puerta se abren solas, y en ella existe un hoyo negro, todo el que se hospeda allí siempre pierde algo.
En mi caso particular puedo dar i.e. de ello, la única vez que disfruté de un descanso en Villa Coral despareció mi cepillo de dientes.
CORALIA Y CHINGLE
Frank Correa
Una anciana de Jaimanitas llamada Coralia, acaba de ser víctima del atraco más increíble en la historia del pueblo. Tiene dos hijos, Milagros que vive en Miami y Chingle, preso con una condena de veinte años en la prisión de Guanajay. Con el dinero que le manda Milagros de Miami Coralia le lleva la jaba todos los meses a Chingle.
Recientemente Milagros invitó a su madre a Miami por un mes, y Coralia regresó a Cuba con mil dólares que depositó en el banco por indicación de Chingle, quien la asustó diciéndole que muchos ladrones andaban sueltos por ahí.
Coralia fue una aguerrida militante comunista que trabajó por la construcción del hombre nuevo toda la vida, hasta que le llegó el retiro, junto con el periodo especial, dejó el comunismo, se hizo cristiana, su casa fue casa de culto hasta que se inauguró la iglesia de Jaimanitas. Vive con el miedo constante que la Seguridad del Estado llegue un día y le pida cuenta, por eso cuando los dos jóvenes la interceptaron en la calle para el atraco, pensó que había llegado el momento.
El que la agarró por el brazo le pidió que cooperara, le advirtió que los dólares guardados en el banco podían traerle problemas, era mejor sacarlos, le prometieron que si se portaba bien no le harían daño, ni a su hijo Chingle, en la prisión de Guanajay. La acompañaron al banco, hicieron la cola con ella, fueron hasta la ventanilla de la caja como lo más natural del mundo, cuando salieron a la calle también le quitaron el reloj y las prendas que Milagros le compró en el viaje a Miami.
--Tenían cara de muchachos decentes, me recordaron a Chingle -- dice Coralia.
Chingle la reprendió por teléfono, la conminó a pedirle más dinero a Milagros. Chingle purga una condena de 20 años por robo continuado, el primero cuando era menor de edad y le robó la bicicleta de la empresa a su madre, cumplió tres años en un centro de menores, volvió a robarle a su madre, la balita de gas de la cocina, y fue condenado a cinco años en el Combinado del este.
La tercera vez entró por la parte atrás de la casa mientras Coralia daba una fiesta a Milagros que estaba de visita, se robó la pierna de puerco del horno y una cazuela de arroz congrí. Dice Coralia que en ninguna de las tres ocasiones ha querido perjudicar a su hijo, pero siempre las huellas llevan a la policía hasta Chingle.
FIDELITO
Frank Correa
Los vendedores de ron clandestino en Jaimanitas le añaden a sus productos nombres sonoros y frase sugestivas para buscar más clientes.
La bebida que Valdo destila en la cocina de su casa en un serpentín a vapor le llama Tumba gente, porque dice que después de la primera botella todo el mundo va al piso. Chiquitico denomina a su destilería particular La patada de King Kong, porque según él se puede echar una pared abajo con la juma, y Crispín a su ron que nadie ha podido descubrirle la manufactura lo titula El pisotón de mamut, porque después de beberlo el borracho queda molido, y tiene razón en el caso de Fidelito, su cliente más asiduo.
Fidelito se emborracha todos los días con El pisotón de mamut de Crispín y sale a caminar por las calles a echar discursos con la botella de micrófono, imitando al comandante en jefe en sus arengas al pueblo: “Estamos en el momento decisivo. Somos hoy más fuertes que nunca”.
Pero en verdad casi fue el momento decisivo cuando la fuerza le falló hace poco al calcular mal cruzando la Quinta avenida y un auto que iba rumbo a Santa Fe lo atropelló partiéndole un brazo, lo enyesaron de la mano hasta el hombro, exhibía el yeso como una herida de guerra, le contaba a todo el mundo la historia del accidente, con su particular manera de hablar en clave:
--Seis de la tarde, Quinta avenida, Moskovich rojo chapa HFC 989, chofer blanco, con barba y espejuelos, la policía ya lo tiene circulado.
Fidelito es un personaje notorio en Jaimanitas, la gente se divierte con él en la calle cuando lo encuentran en alguna esquina entonado, le hacen coro, lo aplauden cuando logra alguna frase rutilante. Se gana la vida limpiando patios y pintando casas, pero con el yeso no podía trabajar y desesperado por ganarse algo para la botella se lo quitó antes de tiempo. Se puso a pintar una casa, con el esfuerzo el brazo empeoró.
Ayer lo vi otra vez con el yeso, en broma le pregunté si otro auto lo había atropellado, me contestó que fue el mismo, ahora en sentido contrario. Inventó una historia de espionaje y de un plan que había para aniquilarlo, dijo que le iban a poner un brazo mecánico con una mano magnética y me guiñó un ojo.
--El Pisotón de mamut está acabando con la gente.
JESÚS EL LOCO
Frank Correa
Otro personaje del folclor de Jaimanitas es Jesús el loco, quién pudiera pasar a las memorias del pueblo como el iniciador de las protestas callejeras.
Es el hijo menor de la primera generación de los Bustamante, famosos en la búsqueda submarina en las playas de La Habana de prendas perdidas por los bañistas, iniciadores del negocio de la calandraca para carnada, notoria también por el hacinamiento con que viven, donde el loco resulta el más expuesto, y sus arrebatos son noticias en todo el municipio.
Jesús fue el único de la numerosa prole que no pudo vivir del mar, por su retraso, sin embargo descubrió un artilugio eficaz para agenciarse cama y comida: preso en las celdas de la estación de policía. Utilizó este ardid también como represalia contra los abusos de hermanos y sobrinos, que se aprovechaban de su incapacidad para molestarlo, luego su madre tenía que ir a la estación con el certificado médico para sacarlo.
La manera más efectiva que encontró para que el patrullero lo cargara rápido era gritar obscenidades contra el gobierno. Subido en un banco del parque soltaba su intensa alocución impúdica con una jerga rimbombante, y enseguida algún vecino llamaba a la patrulla que venía a cargarlo.
A veces le daban golpes para que se callara, cuando entraba a la celda se acostaba a dormir en un rincón plácidamente, algo muy difícil de conseguir en su casa. Comía con tranquilidad, hasta fumaba por cortesía de los reos. Muchas veces se resistió a dejar el encierro, sus padres tenían que convencerlo con promesas de protección de sus congéneres.
Hace poco el jefe de la estación dio orden de no recogerlo más, Jesús ha tenido que moverse a otros municipios donde lo detienen por varios días pero al final lo dejan ir tras comprender que se trata de un loco sin remedio.
Ayer me lo encontré en la calle, me saludó con la efusión que lo caracteriza, confesó que la estaba pasando muy mal con el problema de la vista, quería leer, informarse, y no podía por falta de espejuelos, cuando conseguía la receta no tenía el dinero, cuando tenía el dinero no había su graduación, cuando había su graduación la receta ya estaba vencida.
--Además de no poder leer, ya no les interesa que me defeque sobre sus ascendientes.
MEMORIAS DEL PERÍODO ESPECIAL.
Frank Correa
Mucho antes que llegara la crisis mundial, el comandante en jefe enseñó a Cuba a vivir en período especial, que es el estado más perentorio de una crisis. Y algo que en Cuba se asumió como un hobby.
Sin guaguas, sin comida, sin luz, muchas veces sin agua, escaso de ropa y calzado, la foto del cubano de estos años parece que andará entre la hermosa mulata anunciando un ron, Alicia Alonso en pose de Giselle, una voleibolista declarada la mejor del siglo, Juan Formell con el bajo tocando El buey cansao, Omar Linares haciendo un swing grande, o Teófilo Stevenson derribando a un americano.
Pero otras cosas pudieran quedar por ironía del imaginario popular: las argucias para sobrevivir en esta ventisca. El bistec de colcha de trapear, la pizza de preservativos, el picadillo de cáscaras de plátanos burros, tres ejemplos muy representativos de los peores días.
Cabría aquí una lista inacabable de inventos que los cubanos materializaron para ganarse la vida en ese torbellino de necesidades, pero haría falta una legión de escribanos para asumirlos.
También los vendedores de barrios se repitieron a papel carbón en todas las provincias. Muestras del detallismo en que se sumió el comercio minorista pudieran ser las pequeñas cuotas de shampoo que se vendían en pomitos de penicilina, para los que no pudieran comprar el pomo entero en la shoppy. El cucurucho de café para una colada. La venta en los portales de enseres viejos y ropa de uso, y los libros antiguos.
El canje se reveló también como una manera efectiva de comercio. La gente cambiaba pantalones, botas, camisas, por cerdos. Una vez cambié en las inmediaciones de “Alto Songo” un bulto de ropa vieja por un carnero. Muchos iban hasta Los Palacios, en Pinar del Río, a cambiar jabones de lavar por arroz y detergente por gallinas.
El período especial preparó al cubano para lo que venía: “La gran crisis del siglo 21”. Un dato no digerible aún es, que el cubano todo este tiempo de período especial ha estado trabajando a media máquina. La otra mitad de sus voluntades están reservadas por si llega el último momento y el estado declara la “opción cero”, que significa “nada con nada”.
El caso más hilarante que he visto fue el de Miguelito Melón, en Bayate, Guantánamo, cuando a la hora del receso en una escuela primaria vendía a los escolares la cucharada de azúcar a peso.
MIGUEL VALDÉZ TAMAYO
Frank Correa
Los luchadores por la democracia de Cuba no debemos olvidar nunca a Miguel Valdéz Tamayo, miembro del grupo de los 75 y ex carcelado por problemas de enfermedad, fallecido el 10 de enero de 2007 en el hospital Julio Trigo de la capital, a los cincuenta años.
En el proceso judicial del año 2003 recogido en la historia como la Primavera Negra, se detuvieron y enjuiciaron a 75 disidentes, algunos pertenecían a organizaciones políticas opositoras, otros se dedicaban al periodismo independiente y varios eran bibliotecarios.
Aquellos juicios derivaron en largas condenas de cárcel, uno de los encausados fue Miguel Valdéz Tamayo, acusado por los delitos de traición a la patria y contra la soberanía y la integridad nacional al fundar el movimiento “Hermanos fraternales por la dignidad” y condenado a 15 años de cárcel . El cumplimiento de la sanción estaba destinado a la provincia de Camaguey, pero fue trasladado a la capital por su empeoramiento de salud.
Al año y dos meses de condena le conceden la licencia extra penal por miocardiopatía. Poco tiempo después Tamayo es víctima de un acto de repudio organizado por las autoridades gubernamentales, que lo acusó entre otras cosas de mercenario al servicio de los Estados Unidos.
Sufrió amenazas de muerte en su propia casa y fue detenido en varias ocasiones, interrogado y sus pertenencias incautadas. Al momento de su muerte Tamayo tenía dos visas como refugiado político proporcionadas por las embajadas de Holanda y Estados Unidos, pero el gobierno cubano le negaba la salida del país, que estaban justificadas esencialmente por el tratamiento a su dolencia en el extranjero, parte de su familia ya había viajado al exilio cuando lo sorprende la muerte.
Recordar a Tamayo como el primer mártir de aquel gris episodio es recordar también a todo el emblemático grupo de los 75. Más tarde otro Tamayo, Zapata, dio su vida a la causa de la libertad tras una huelga de hambre de 86 días dentro de la misma prisión de Camaguey.
La mediación de la iglesia católica con el gobierno comunista propició la salida del presidio en 2010 a casi la totalidad de los presos políticos, solo once trasgredieron la condición para la excarcelación, continuar en la isla, y aún permanecen tras las rejas.
MEMORIAS DEL PERÍODO ESPECIAL.
Frank Correa
Mucho antes que llegara la crisis mundial, el comandante en jefe enseñó a Cuba a vivir en período especial, que es el estado más perentorio de una crisis. Y algo que en Cuba se asumió como un hobby.
Sin guaguas, sin comida, sin luz, muchas veces sin agua, escaso de ropa y calzado, la foto del cubano de estos años parece que andará entre la hermosa mulata anunciando un ron, Alicia Alonso en pose de Giselle, una voleibolista declarada la mejor del siglo, Juan Formell con el bajo tocando El buey cansao, Omar Linares haciendo un swing grande, o Teófilo Stevenson derribando a un americano.
Pero otras cosas pudieran quedar por ironía del imaginario popular: las argucias para sobrevivir en esta ventisca. El bistec de colcha de trapear, la pizza de preservativos, el picadillo de cáscaras de plátanos burros, tres ejemplos muy representativos de los peores días.
Cabría aquí una lista inacabable de inventos que los cubanos materializaron para ganarse la vida en ese torbellino de necesidades, pero haría falta una legión de escribanos para asumirlos.
También los vendedores de barrios se repitieron a papel carbón en todas las provincias. Muestras del detallismo en que se sumió el comercio minorista pudieran ser las pequeñas cuotas de shampoo que se vendían en pomitos de penicilina, para los que no pudieran comprar el pomo entero en la shoppy. El cucurucho de café para una colada. La venta en los portales de enseres viejos y ropa de uso, y los libros antiguos.
El canje se reveló también como una manera efectiva de comercio. La gente cambiaba pantalones, botas, camisas, por cerdos. Una vez cambié en las inmediaciones de “Alto Songo” un bulto de ropa vieja por un carnero. Muchos iban hasta Los Palacios, en Pinar del Río, a cambiar jabones de lavar por arroz y detergente por gallinas.
El período especial preparó al cubano para lo que venía: “La gran crisis del siglo 21”. Un dato no digerible aún es, que el cubano todo este tiempo de período especial ha estado trabajando a media máquina. La otra mitad de sus voluntades están reservadas por si llega el último momento y el estado declara la “opción cero”, que significa “nada con nada”.
El caso más hilarante que he visto fue el de Miguelito Melón, en Bayate, Guantánamo, cuando a la hora del receso en una escuela primaria vendía a los escolares la cucharada de azúcar a peso.
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