viernes, 11 de febrero de 2011

Breves de Ciudad de La Habana - Febrero 2011 - 2

EL HOMBRE ORQUESTA

Frank Correa


El hombre orquesta es un show ambulante, toca y canta cualquier ritmo y camina Cuba entera con su carro que empuja por las calles. Cuando va a cantar se detiene y sube a un espacio que tiene dispuesto, se concentra, y actúa como un profesional.


El carro es una plataforma metálica sobre cuatro ruedas, también alberga un tanque con tapa para almacenar agua y un compartimiento donde guarda la ropa de él y su mujer que lo acompaña a todas partes, también un par de maracas, un guiro, y una paila con platillos.


Canta una variedad que va desde los Beatles a Ricardo Arjona y a los Van Van. Su mujer le hace coro cuando son baladas de la Década prodigiosa, tiene una canción de Los mojados, donde el hombre la deja en solitario. Cuando se pasan de tragos suben al carro y bailan. Tienen un orinal pintado con los colores de la bandera donde aceptan peculio por el trabajo.


Los vi en Guantánamo un par de veces y en Bayamo en la terminal una vez, rodeado de la multitud del salón de espera, cuando el ómnibus en que venía para La Habana se rompió en aquella ciudad. Y este fin de semana pasaron por segunda ocasión por Jamanitas, el hombre orquesta disertó su mejor repertorio en el parque, donde había una feria de agromercado y estaba lleno.


La gente le hizo coro y el músico se inspiró, tocó la paila y cantó dos temas de la Charanga habanera que puso a bailar al público. El orinal se llenó de monedas de a peso y veinticincos centavos cuc. También


se vio un cuc, y varios de a diez y veinte pesos cubanos, el jefe de sector que supervisaba la feria le preguntó si tenía licencia para ese espectáculo.



Le dijo al policía que se lo contestaría con La guantanamera, y los versos de Martí. El delegado del Poder Popular se acercó, le dijo al agente que no había problemas, que era el hombre orquesta y lo conminó a que continuara. Por si las moscas le hizo una seña a la mujer que escondiera el orinal.



EL OFICIO DE FUMIGADOR

Frank Correa


Actualmente en Cuba la fumigación constituye uno de los pocos oficios que no exige particularidades especiales, de este modo se convierte en atracción para las más diversas cataduras sociales.



Para combatir el virus del Dengue en las comunidades donde existen policlínicos se han activados Brigadas de lucha contra el mosquitos Aedes Aegypthy, que desinfectan las viviendas en un ciclo de tres días consecutivos.


Ayer un vecino mío al que apodan El Mancha, ex recluso que llevaba dos años sin trabajar y estaba siendo hostigado por el Jefe de Sector, se incorporó a la Brigada de fumigadores de Jaimanitas y me contó que solo tuvo que presentar su carné de identidad y firmar un papel en la oficina de Recursos Humanos. Le entregaron una bazooka (nebulizador térmico) que pesa más de cincuenta libras y le comunicaron que la norma era 100 casas.


Como era su primer día en aquel trabajo se esforzó por aprender la manipulación del equipo y hacer las cosas bien, dice que entró a cien casas, a cien baños, a más de trescientos cuartos. Vio camas de todas las formas y tamaños. Conoció todo tipo de armarios, sillones, escaparates. Aún no tenía dominio del pesado equipo de fumigación y produjo pequeños desastres. Tumbó floreros, quemó cortinas, rompió platos. Envuelto en el espeso y venenoso humo y con los ojos dañados, vio la marcada diferencia entre las viviendas, unas con mucho lujo, otras con una gran pobreza. No vio mosquitos, pero dedujo que debían estar escondidos en algún lado.



El doctor Melanio, Jefe de la Campaña contra el Dengue en Jaimanitas, le había dicho antes de comenzar que aquel compuesto químico utilizado en la fumigación era tan efectivo que mataba moscas, mosquitos, ratones, cucarachas, pulgas, garrapatas… y tal vez terminaría también matando al fumigador, pues no contaba con medios de protección.



Al finalizar la jornada de trabajo los fumigadores se reúnen en la playa, el jefe de la Brigada cuadra las planillas y vende la gasolina sobrante, el petróleo y el insecticida y con el dinero compran botellas de “Chispa de tren” y se las toman a la orilla del mar, mientras se jactan de sus fechorías.


Dice El Mancha que la vida de los fumigadores es así de simple.




MUERTE EN LA ALDEA


El barrio periférico La Aldea, enclavado en el corazón de Romerillo, se estremeció el pasado 19 de enero a las seis de la tarde, cuando fue muerta a machetazos en Quinta B y 96 una joven llamada Celita, por un individuo apodado el mancha, que se encontraba en libertad condicional de una condena a veinte años por asesinar a otra mujer en 2001.



Celita era la hija menor de Luisa batallón, quien tuvo ocho hijos con miembros de la unidad militar de las Fuerzas Armadas que acampaba donde hoy se erige la fábrica de cerveza Bucanero, a un costado de La Aldea. Cuando Celita creció Luisa le cedió un cuarto que la muchacha fue arreglando poco a poco usando el ardid de seducir albañiles, carpinteros y plomeros del contingente Blas Roca. Cuando los hombres concluían su trabajo Celita los botaba de la casa.



Pero encontró un hueso duro en el mancha, que luego de comprar varias cajas de losas y ponerle el piso al cuarto de la segunda planta, Celita le dijo que fuera echando. El criminal la esperó agazapado detrás de un contenedor de basura y le propinó siete machetazos, el primero le abrió el cráneo en dos, una testigo afirma que la muchacha no dijo ni ¡ay! Los peritos aseguran que los otros seis tajazos sobraron.


Cuentan los vecinos que el asesino se sentó en el contén con el machete entre las piernas, a esperar que llegara el patrullero, dijo que ninguna mujer se burlaría de él nunca.


En la aldea abundan los crímenes pasionales y los homicidios por causa del juego. También hay muertes como la de Agustín, que al emborracharse le pegaba a su madre, y la otra noche su hermana Maritza le prendió fuego mientras dormía.



La mujer de Fel el taxista, por celos se dio candela con luz brillante el fin de año, caminó casi una cuadra envuelta en llamas antes de caer muerta en medio de la calle. También aparecen a menudo ahorcados, o mujeres envenenadas.



Las armas de fuego se acabaron en La aldea en 1996, cuando una madrugada pasaban los autos del comandante en jefe por Quinta avenida y Pititi, Tonyto, Cacato y el guajiro se liaban a tiros en plena vía, como si protagonizaran una película de vaqueros.



UN SERVICIO SEGURO Y RÁPIDO


La historia de la mensajería postal en Cuba se enriquece a diario con los absurdos que suceden en las Empresas de Correos.


Su lema es: Rápido y seguro, pero los responsables de llevar a cabo esta tarea son en los últimos tiempos trabajadores jóvenes que utilizan este empleo como válvula momentánea de escape, luego se marchan a otros trabajos sin llegar a tomar conciencia de que el cartero es uno de los oficios más importantes de la vida social de un país.


Alemania acaba de declararse líder mundial en la eficiencia en el servicio de correos. Los carteros alemanes se levantan a las cinco de la mañana, y tienen listas las entregas a primera hora cuando los clientes se despiertan. En una encuesta el oficio de cartero figuró entre los más indispensables y que exigían mayor reconocimiento del estado y la ciudadanía, sin embargo en Cuba los carteros viejos que amaban esa labor se han agotado, ahora son jóvenes como Omarito, Luis el pétalo, Alexis.


La indisciplina inconciente que mantienen en el desempeño de sus funciones, propia de la ecuación social que han encontrado en la sociedad al llegar a la de edad de trabajar, no permiten que el lema


de las Empresas de Correos de Cuba cumpla con un servicio seguro y rápido.


Todos los días hay quejas de que las cartas se pierden, los giros monetarios demoran un mes en ser entregados, los periódicos muchas veces fallan, y los telegramas urgentes llegan con tanto retraso que las personas ya han sido enterrados cuando el cartero aparece con la noticia.


Omarito, Luis el pétalo y Alexis provienen de la brigada de fumigación contra el mosquito, otro oficio ambulatorio por donde transitan casi todos los jóvenes que arriban a la edad laboral y los desempleados que la policía le exige que trabajen.


Antes de estos carteros han pasado otros por la oficina de Correos, que duraron muy poco tiempo y se trasladaron a otros oficios que pagaban mejor o estimulaban con jabas, y algunos fueron expulsados por mal trabajo, el caso más notorio es el de Anguila, que un día de las madres escondió todas las postales de felicitaciones bajo una piedra, para no tener que pasar el trabajo de repartirlas.



PISO DE ARENA


Antonio Medina Castañeda, alias el rasta, acaba de hacer un aporte a la arquitectura popular, cuando imposibilitado de comprar losas de piso, cemento, y pagar a un albañil para poner un piso, rellenó su casa de arena.


Su casa de la calle Primera y 240 está en pésimo estado, y el piso de tierra era un fangizal. Vive con su hija Natalí, de doce años, y escucha a Bob Marley todo el día en su vieja grabadora mientras se gana la vida remendando zapatos sin licencia.


Dice que el piso de arena tiene muchas ventajas. No hay que limpiarlo, si muere algún insecto en el suelo no hay ni siquiera que recogerlo, solo taparlo, y además es medicinal, da fuerzas en las piernas, es muy bueno para los pies y la columna vertebral. Y a Natalí le parece que está en la playa.


Antonio posee el récord de más intentos de salidas ilegales fallidos, diecinueve, y está inscrito en el Programa de Refugiados de la Oficina de Intereses de los Estados Unidos en La Habana, donde espera con ansias el momento de dejar atrás a Cuba y sus absurdos.


Uno de sus inventos más notorios fue la construcción de un submarino el año pasado, con un tranque de aluminio galvanizado y un motor de lavadora, pero tuvo que abandonar el proyecto por no encontrar la forma de almacenar el oxigeno y casi se ahoga.


También ideó una plataforma flotante de pomos plásticos amarrados dentro de sacos de yute, con la que pensaba cruzar el estrecho de Florida, pero cuando consiguió los equipos de navegación y la propela, fue denunciado a la policía y le decomisaron el artefacto.


De todos sus proyectos el piso de arena es el único que le ha resultado exitoso, aunque debe cuidarse de los borrachos de Jaimanitas que sobreviven de extraer arena de la playa para venderla en las construcciones particulares, para comprar la bebida, porque en una carretilla cualquiera de ellos pudieran mudarle su piso a otra parte.

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