Por Aimée Cabrera.
El grupo norteamericano Kool and the Gang realizó un concierto único en la Tribuna Antimperialista José Martí, en la tarde del domingo 20 de diciembre.
Un spot publicitario que aparecía de vez en cuando por la televisión, y alguna que otra noticia sin mucho atractivo sobre el espectáculo fue divulgada en las últimas semanas.
El público, sin embargo, no necesitaba que se lo repitieran tanto. Al cubano le encanta la música, y si es bailable mucho mejor. Los que tienen “sus añitos” desempolvaron viejos casetes o discos compactos para escuchar los temas de esta famosa banda.
Muchos cubanos recordaron las coreografías que bailaron al compás de Get Down On It, Let´s Go Dancing, Too Hot, Ladies Night o Celebration. Por eso en estos días se escuchaban estos números musicales por las emisoras de radio, y en los equipos de sus seguidores.
Ha sido un honor para los cubanos el haber tenido la posibilidad de disfrutar de este excelente grupo en un concierto en vivo, y en un área bastante amplia, donde fue desviado el tránsito. Las personas pudieron caminar, pararse y bailar por la avenida del Malecón en su tramo ubicado a partir de la fuente del Hotel Nacional hasta la calle M.
Kool and the Gang ha impuesto, durante décadas, un estilo impecable dentro de la música Disco y la Funk, aunque fusiona e interpreta otros ritmos. Vale mencionar sus inolvidables números Open-Sesame para el filme Saturday Night Fever, o Dance Champion, para el largometraje Ruthless People.
Desde bien temprano en la tarde, numeroso público se dio cita cerca de la Tribuna y por sus alrededores, para escoger un buen lugar. La tarde invernal fue marco propicio para beber un poco de ron mientras se esperaba por el comienzo de lo que sería, un inolvidable espectáculo.
Personas de todas las edades, casi siempre en grupos, padres e hijos, parejas de novios, bebés en coches y niños correteando sin peligro fue el panorama de esta zona del Vedado en la tarde noche del pasado domingo.
El recital programado para las 3 de la tarde, no había comenzado aún a las 4, pero nadie se movía. Una vez comenzado, todas las personas que estaban hasta el área que llegaba al monumento del Maine se sintieron hechizadas por ver y oír tan cerca de los famosos músicos.
Integrantes de este grupo quedaron sorprendidos de que los asistentes corearan, con armonía, los estribillos de sus canciones. Ni qué decir de su admiración ante tantos bailadores que hacían pasillos en pareja, o en grupo, al compás del ritmo vibrante de sus ejecuciones.
Si el 20 de septiembre se le dio más divulgación al Concierto de Juanes, que tuvo momentos de poco lucimiento, por tantos invitados con diferentes estilos, valió la pena asistir a este otro concierto del 20 de diciembre, en el que hubo una sola banda, pero una gran banda, para no olvidar.
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