viernes, 29 de enero de 2010

Valores perdidos


CONSEJO UNITARIO DE TRABAJADORES CUBANOS

(CUTC)


Somos un sindicato independiente y punible. Realizamos nuestro trabajo en condiciones extremadamente difíciles. Nuestro objetivo es preparar a la clase obrera cubana en el conocimiento de sus derechos y la forma de exigirlos a las administraciones, a la vez que formar a nuestra membresía en los valores de un sindicalismo libre, donde cada cual tenga derecho a afiliarse al sindicato de su preferencia, sin ataduras ni oficialismo.


Valores perdidos.


Por Aimée Cabrera.



El tema relacionado con el fallecimiento de los ancianos que se encontraban bajo tratamiento psiquiátrico, y hospitalizados en el capitalino Hospital Mazorra, tiene tela por donde cortar.


Si ante situaciones ajenas a nuestra idiosincrasia se han hecho aburridos seguimientos noticiosos, que poco o nada interesan a los lectores, o asiduos televidentes de los noticieros y espacios informativos, este alarmante caso, que aún es comentario ciudadano, ca en el sepulcral silencio impuesto por quienes tienen pleno poder sobre qué se puede o no decir.


Ajustando lo ocurrido al ámbito laboral no queda más que asegurar que la terrible crisis económica, los bajos salarios, las pésimas condiciones laborales, la escasa estimulación y el estado de frustración de la mayoría de los trabajadores se apoderó de buena parte de este colectivo, que perdió valores como: solidaridad, decencia y la compasión que aflora de manera sutil hasta la presencia de un animal, una planta, o un puñado de arena o tierra.


El miedo a ser marcados como desafectos al régimen, o ser sancionados, hizo de estos trabajadores, o buena parte de ellos, fueran cómplices de la ignominia de quienes acostumbran a desviar recursos para su uso particular, y cosa extraña: nadie vio ni veía nada, ni trabajadores afiliados a un sindicato, militantes de organizaciones políticas o miembros de los cuerpos de seguridad del vasto inmueble.


Ante la falta de lo mínimo cuidado de estos enfermos, que dependen de personal calificado o no, las respuestas negativas estaban dadas por los clichés relacionados con la falta de presupuesto, el cruel bloqueo del imperialismo yanqui y frases dichas para tapar la deshonestidad de la cofradía que campeaba con libertad en ese hospital, luego de la muerte de su anterior Director, el Dr. Ordaz.


A falta de información los comentarios son disímiles. Algunos refieren que la cifra es superior y se informaron veinte y cuatro en ese hospital y otros se atribuyeron a instituciones de esa categoría, pero si informarlo. No faltan quienes dicen que hay poco personal para supervisar la comida que le dan y que las enfermeras (os) no tienen acceso a estas instalaciones. Lo cierto es que desde el Director hasta quien limpia tiene plena responsabilidad de las muertes acaecidas, llegando al ministro.


Otros refieren que a las seis de la mañana, a tres grados de temperatura los bañaban desnudos con una manguera de agua fría. Según informes de personal del CUTC no es así. Refieren que las ventanas estaban rotas o el espacio vacío sin ellas, no tenían colchas, ni vestuario adecuado al frío y que la comida que se les daba era poca y apenas los alimentaba, porque los cocineros, ayudantes de cocinas, pantristas y demás, se las robaban, pasándolas delante de los custodios sin que sucediera nada.


Vecinos de la localidad refieren que en la anterior administración el hospital estaba completamente cerrado y que ahora pasan por el mismo carros, vecinos y transeúntes, por abrir un espacio, para evitar dar vueltas.


Lo cierto es que es un colectivo de trabajadores a los que hay que delimitar responsabilidades, pero todos las tiene, unos más otros menos. Hechos como este, que no se pudieron ocultar por la cantidad de fallecidos, ocurren como consecuencia de un régimen decadente.


No importa si tenían o no otras enfermedades, más o menos años de dad, lo que importaba era su condición de seres humanos, lo cual los torturadores y asesinos de un pquito cada día olvidaron.


Si los dirigentes desvían recursos materiales amparados en sus cargos y viven como reyes, no es menos cierto que los subalternos los imiten. El hambre, caminar con una suela de zapato rota y vivir en una casa llena de filtraciones a punto de caerse deterioran la honestidad de las personas, se van depravando y hundiendo en el lodo de la desidia.


Si no se informan al detalle las medidas tomadas ante el depravante hecho, del que no se ha conocido todo ni se han informado las medidas tomadas, no quedará más remedio que pensar que personas cercanas a dirigentes ministeriales y gubernamentales tuvieron un grado de culpabilidad relevante.


El periódico Trabajadores, tribuna de la Central de Trabajadores de Cuba, (CTC) debiera informar además sobre esta cuestión.

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