viernes, 12 de febrero de 2010

Colas y más colas.

Por Aimée Cabrera


El lunes 8 de febrero amaneció lleno de colas por todas partes. Algunos puestos de viandas o placitas fueron surtidos con la preciada papa a peso la libra tan difícil de encontrar desde que está liberada.


Las otras filas aparecieron en los bancos de la capital. Los usuarios no cabían dentro de estos establecimientos y las filas por sus alrededores llegaban a cifras de hasta cuarenta o cincuenta personas esperando para lograr ser atendidos en los mismos.


Las mañanas en los bancos habaneros son insoportables porque llegan los contables de las distintas empresas y ministerios a realizar depósitos, extracciones de nóminas o efectivos, así como otros servicios bancarios que se ofertan en un horario muy limitado-cierran a las tres p.m. en su mayoría.


Otras entidades bancarias han sido designadas como “Pilotos” y cierran más tarde pero quedan lejos en ocasiones, por lo que las personas prefieren hacer colas de horas en las que les quedan más cerca de sus casas.


A las operaciones empresariales anteriormente señaladas hay que añadirles los pagos a jubilados que se realizan en los primeros días del mes. Los que están pagando efectos eléctricos como es el caso del refrigerador tienen que hacerlo de manera obligatoria en el banco, y no pueden realizarlo en las casas de cambio (CADECAS) o en los correos habilitados para este servicio.


La otra tragedia caribeña y nada griega lo constituye la falta de personal que cubra las distintas ventanillas para brindar estos imprescindibles servicios. En su mayoría son mujeres jóvenes que llegan tarde o se ausentan por diversos motivos relacionados con el transporte, los hijos menores, o el tener que realizar gestiones en sus horarios de trabajo, cuestión que ha sido analizada y criticada pero no solucionada.


Si en el cuento infantil La Cenicienta, se rompía el encanto a la medianoche, en la Cuba de hoy su capital casi se inmoviliza a partir de las tres o cinco de la tarde, sin contar la indisciplina laboral que apoya puestos laborales de 8 a 12 del día y otras limitaciones absurdas e incuestionables.

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