lunes, 1 de febrero de 2010

IMPAGOS E INEFICIENCIA ECONOMICA EN CUBA

La llamada cadena de impagos de bienes y servicios entre las empresas, incluso con serias afectaciones al sector campesino privado debido a adeudos por prolongados períodos después de entregados los productos, está entre los problemas más recurrentes del sistema económico cubano a través de los años.

Los analistas oficiales de esta problemática, generalmente señalan como la causa fundamental de este crónico problema la falta de disciplina financiera y la ineptitud existente en el sistema empresarial y en la actividad presupuestada; factores que indudablemente inciden, pero que no resultan los motivos principales de los impagos, ya no sólo en la economía interna, sino también en la relación de Cuba con sus socios externos, incluida la tradicional morosidad en la amortización de los créditos recibidos, panorama, como es conocido, agravado en los últimos tiempos.

El principal factor es la naturaleza del sistema, absolutamente ineficiente, que provoca que una cantidad significativa de entidades trabajen con pérdidas económicas, que se reflejan en sus finanzas, impidiéndoles cumplir sus compromisos financieros. Por supuesto, si una cantidad considerable de empresas o entidades presupuestadas no paga, crea problemas a otras. Esto resulta en la interminable cadena de impagos, que se soluciona mediante la reiterada subvención estatal procedente del presupuesto o a través de supuestos créditos otorgados por la banca nacional, que en muchas ocasiones al no amortizarse, también terminan subsidiados.

En realidad, las características de la centralizada economía cubana son el desequilibrio y sus permanentes desproporciones, generadoras de la falta de liquidez de las empresas y en todo el sistema financiero del país. Por otra parte, es ciento que otros factores agravan esa situación: la existencia de dos monedas, que dificulta el manejo de la contabilidad, ya de por sí deficiente debido a haber estado desatendida durante decenios. Hay que recordar que Cuba era uno de los países con mayores tradiciones contables y de mecanismos bancarios eficientes en América Latina. Sin embargo, fueron destruidos a finales de los años 1960, por una campaña supuestamente antiburocrática y anticapitalista que arrasó con los controles, e incluso eliminó de las escuelas superiores el estudio de la contabilidad por un período bastante prolongado, en el publicitado absurdo afán de construir una sociedad nueva, donde dejara de existir cualquier atisbo de una economía de mercado.

A pesar de posteriores rectificaciones, un número significativo de empresas carece de registros contables confiables, situación reiteradamente reconocida oficialmente. El personal que trabaja en la contabilidad no tiene la calificación suficiente, está desestimulado y muchas veces carece de equipamiento y locales adecuados para realizar su labor, sin olvidar que ese trabajo altamente cotizado y respetado en la Cuba de ayer, hoy no recibe el merecido reconocimiento social.

Igual ocurre con la banca, donde muchas agencias fueron cerradas a finales de los años 1960, eliminándose hasta el pago de los intereses, considerados herramienta capitalista. Es cierto que ha habido rectificaciones y esfuerzos por subsanar los daños causados, pero hasta el momento el sistema bancario no se ha recuperado, y mucho menos ha asumido la posición que una economía moderna insoslayablemente requiere.

Por supuesto, en un ambiente de descontrol como el descrito anteriormente, se crea una situación ideal para el desarrollo de la corrupción y el robo de los bienes. Son ampliamente conocidas las pérdidas de facturas o su mala confección, muchas veces sin las firmas que avalen las entregas, lo cual permite que muchos productos se desvíen al mercado negro. A esto se unen almacenes sin los controles adecuados, como demostró en junio de 2008 una supervisión a los comedores obreros que encontró inventarios en exceso por más de 35 millones de dólares. En el artículo “Fantasma que vuelve a rondar”, el diario Granma el 18 de septiembre vuelve a referirse al crecimiento del impago a los productores agropecuarios, soslayando que en meses recientes las empresas de acopio perdieron millones de pesos en productos recogidos en el campo que se deterioraron en los almacenes. Hecho que debió provocar consecuencias financieras negativas, que con posterioridad se reflejan en falta de liquidez y en la imposibilidad de enfrentar las deudas acumuladas con los campesinos.

La cadena de impagos en la economía interna, así como la grave situación presente en la capacidad de pago externo, es ante todo la consecuencia de un sistema que no funciona, en crisis permanente, y cuando ha tenido algún precario progreso se ha debido a las subvenciones externas, recibidas del bloque soviético y posteriormente de Venezuela. El sistema es probadamente incapaz desempeñarse por sí solo y lograr el avance del país. Únicamente con su radical remoción se podrá resolver este problema como muchos otros existentes en la economía y la sociedad cubana.

La Habana, 28 de octubre de 2009

Oscar Espinosa Chepe

Economista y Periodista Independiente

No hay comentarios:

Publicar un comentario