viernes, 2 de abril de 2010

Con el beneplácito de muchos.


Por Aimée Cabrera.

Ya son dos los días en que el Noticiero Nacional de Televisión, en su emisión nocturna, dedica varios minutos de su espacio a Las Damas de Blanco.

En el séptimo aniversario del injusto encarcelamiento de sus esposos, padres o hijos, estas valientes mujeres realizan sus marchas, caracterizadas como siempre, por el respeto y la sensatez.

Cae mal que este ilegal grupo, al que pertenecen féminas de todo el país, tenga el apoyo de la prensa extranjera acreditada, así como de quienes ejercen la diplomacia en distintas embajadas que mantienen relaciones con Cuba.

Mientras ellas caminan por cualquier calle capitalina, un grupo de personas las acosa propinándole frases vulgares, y hasta hay quienes se proyectan con actitudes desafiantes contra ellas, quizás para atemorizarlas, o bien para hacer notar su “fervor revolucionario”.

El espectáculo armado por estas personas es deprimente, y sus opiniones dejan que desear. Un señor se cuestionaba ante las cámaras de la televisión, de dónde sacaban el dinero, si ellas no trabajan, y repetía esta palabra una y otra vez.

La forma en que hacía su planteamiento denotaba sobre todo envidia, por qué a nadie le tiene que interesar, de donde sacan el dinero estás señoras que no hostigan a nadie y que se han ganado el cariño y la deferencia de buena parte del pueblo cubano, y de quienes están a favor de un cambio dentro y fuera de la Isla.

La gran mayoría de los cubanos que pertenecen a grupos considerados ilegales por el gobierno, no pueden optar por plazas de trabajo decorosas, y a veces de ningún tipo; por eso ocurren estas ayudas desde el exterior, a quienes han sido clasificados como delincuentes, por exponer sus criterios y exigir sus derechos.

Otra señora en el reportaje del miércoles, más que hablar, gritaba en muy mala forma ya que no entendía qué hacían Las Damas por las calles, que en su opinión “Son de Fidel”. La casa de Laura Pollán ubicada en el humilde barrio de Cayo Hueso, en el municipio Centro habana está rodeada de edificios, solares (casas de vecindad) y en menor número casas que en su mayoría presentan un estado constructivo deplorable.

La céntrica zona cuenta además con muchas escuelas, centros para la salud, bancos, y otras muchas entidades, por lo que el pueblo opina sobre ellas y no en todo momento de forma negativa.

Un grupo de adolescentes de la secundaria Humboldt 7, que está a unas cuadras de la casa de Laura hacían la fila en la panadería, después del horario de clases, para comprar dulces que amortiguaran el hambre que pasan cada día en su centro de estudios.

Entre todos, y con el valor que da la ingenuidad de sus pocos años, criticaban lo dicho por la mujer que gritó que las calles de Cuba pertenecen a Fidel Castro. Un varón cuestionaba la frase y dijo:”Yo pensaba que las calles eran del pueblo”.

Los adultos presentes se miraron de manera cómplice y algunos sonrieron ante las lógicas palabras de quien aún tiene toda una vida por delante. Un anciano, jaba en mano, expresó su admiración por Las Damas y dijo una frase soez que resumía la valentía de estas mujeres que no se han dejado amilanar en siete años.

Otros utilizaron frases de halago y expresaron poder saber sus itinerarios para unírseles en la marcha, o al menos hacerlo lo más cerca posible al grupo femenil. “Ellas no se meten con nadie, conmigo que no cuenten para abuchearlas”- manifestó una joven que movía intranquila el coche de su bebé.

Unidas, no han dejado de celebrar sus tertulias, ni han pospuesto sus marchas, ni han faltado a la misa dominical de la iglesia de Santa Rita de Cassia, en Miramar, municipio Playa. La constancia ha sido, por tanto, su mayor baluarte, junto a su ecuanimidad y vehemencia, con sus trajes blancos y sus gladiolos se han convertido en todo un símbolo de paz, amor y cambios.

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