martes, 20 de abril de 2010

EL LEÓN Y LA RATA


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Muerto heroicamente Orlando Zapata, los medios de prensa han reaccionado intensamente, incluso en Cuba. Confieso que este escenario me complace muchísimo: Las campañas mediáticas que me aturden son las que hacen los totalitarios para lavar los cerebros de sus súbditos. Lo único que deploro es que la gran cobertura haya podido ser lograda sólo con la inmolación.

Pero en realidad no cabía esperar otra cosa. A quienes nunca han estado presos en Cuba hay que informarles que —por desgracia— suelen pasar inadvertidos para el gran público los sacrificios que hacen los cautivos. Éstos, a diferencia de los Cinco, no tienen acceso a internet, ni pueden ser fotografiados o llamar por teléfono a su antojo; y sólo reciben visitas de familiares.

Por eso el ex preso político Guillermo (Coco) Fariñas, prodigando abnegación y actuando en nombre de los que no son escuchados, ha logrado llamar la atención del mundo hacia la justa causa de los prisioneros de conciencia de Cuba. Me siento representado por él; por eso me complace sobremanera que periodistas que tienen vergüenza viajen a Santa Clara a entrevistarlo.

Visité al Coco tras el inicio de su huelga. Lo vi mucho más delgado que de costumbre; noté su decaimiento y sus manos heladas. Como desde entonces han pasado demasiados días y él se ha mantenido inconmovible, comprendo que ahora esté peor.

Su acto de protesta es algo real, y no una mera comedia; por eso su salud se resiente cada vez más. Hace días tuvo un dolor tan intenso que los médicos pensaron en un infarto; este lunes hubo que retirarle la canalización; ha tenido fiebres de hasta 39,5 grados; su presión arterial está muy baja. Confieso que toda esa situación no me parece nada graciosa, como ha sugerido alguien.

Ahora, cuando ya han terminado exitosamente los siete días consecutivos de marchas que las valerosas Damas de Blanco realizaron para conmemorar igual número de años que sus esposos, hijos y otros seres queridos llevan guardando injusta prisión, el foco de la atención internacional se centra nuevamente en el admirable esfuerzo de Fariñas.

Comprendo que, aunque el planteamiento sea ridículo, los alabarderos del régimen lo llamen “mercenario”: Para eso les pagan. También entiendo que algún otro, con títulos de independiente, utilice argumentos más retorcidos al tratar de empequeñecer el inmenso sacrificio.

Pero sé que ahora, cuando hay en el mundo tantas personas decentes dispuestas a escuchar, gracias a Zapata y al Coco el mensaje de los demócratas cubanos se difunde, y llega así a más oídos receptivos.

Podría ponerme a hacer comparaciones; contrastar —por ejemplo— las cárceles cubanas con las de los países civilizados, pero no vale la pena hacer parangones estériles: ¿Tendría sentido perder el tiempo comparando a un león con una rata de alcantarilla?

También yo amo las citas martianas. Por eso termino así: “Como la llaga con hierro ardiente ha de ser quemado en su cueva el talento que no sirva a la virtud”.

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