lunes, 27 de septiembre de 2010

LA LLAMADA DE JUAN PRIETO


Frank Correa


Hace unos días el ómnibus en que viajaba rumbo a La Habana Vieja se rompió en la avenida 25 y atravesé el barrio periférico Coco Solo buscando la calzada 51 para continuar viaje.


Coco Solo seguía intacto, como 15 años atrás cuando viví cerca de allí, en Los Quemados, el mismo deterioro habitacional, las numerosas zanjas de aguas albañales surcando sus calles, los desempleados matando el tiempo en las esquinas o sentados en los portales. El fuerte sol de las tres me obligaba a refugiarme en las pocas sombras que encontraba, una de mis paradas fue bajo una mata de mango al pie de una choza donde un anciano me saludó con cariño.


Jamás en mi vida lo había visto, era muy flaco, calvo, vestía un short roto, estaba sin camisa, descalzo, al sonreír mostró una ausencia total de dientes, hablaba con mucha educación, sacó un taburete y me invitó a sentar, comentó que estaba esperando una llamada de Miami.


Dudé mucho que tuviera teléfono, el piso de la choza era de tierra, una cama cubierta de sacos de yute era lo único que vi en el interior, además de un tanque de agua y cuatro piedras con un caldero tiznado. Las paredes de cartón mostraban miles de rendijas, el techo de zinc parecía que en cualquier momento se desplomaba. Insistió que esperaba una llamada de su hermano, que le iba a mandar dinero para repararla.


--Tú ves todo esto --dijo --, pronto irá abajo. Voy a levantar paredes de ladrillos y techo de cemento. Aquí va la sala y allí los cuartos. Atrás la cocina y un baño con agua fría y caliente. Aquí colocaré un multimuebles con el estéreo, el DVD, y la computadora. El juego de sala ya lo tengo encargado de rojo damasco, y la cama con colchón de agua. Las puertas y ventanas serán de cristales, arriba va una terraza y en el patio una piscina con bar. Solo estoy esperando que llame.


La seriedad que impregnaba a sus palabras acrecentó mis dudas, le deseé éxitos en su empresa y me despedí. Al llegar a la esquina un amigo que vive en ese barrio me contó la historia.


--Es Juan Prieto. En su juventud fue primer bailarín del Conjunto Folclórico Nacional pero en los años sesenta lo hicieron talco por homosexual. Lo mandaron para la UMAP, pasó muchos años trabajando en la agricultura y en la construcción. De su antigua casa ya no queda nada. Su hermano intentó irse a los Estados Unidos en una balsa pero se ahogó en el mar, él no quiere creerlo, se volvió loco y hace años que vive esperando la llamada.

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