lunes, 27 de septiembre de 2010

Tarea de magos


Jorge Olivera Castillo, Sindical Press


El rediseño de un nuevo mapa laboral en Cuba para alcanzar destacados niveles de racionalidad y optimización, es un propósito alejado de un escenario escoltado por la complejidad y la confluencia de varios factores que reducen las posibilidades de llegar al éxito.

Ante la crónica ausencia de un proceso inversionista que aporte puestos de trabajo adicionales a los que existen, y que se convierta en el punto de partida de un mejor desempeño en cuanto a rendimiento, salario y eficiencia, es imposible forjarse alguna esperanza en relación a un proyecto que amenaza con enrarecer más el ambiente social.

Lo único factible, de acuerdo a las escasas disponibilidades laborales, sería el aumento de los clásicos elementos compulsivos, aplicados a través de la tupida red de organizaciones políticas, sociales y sindicales, sin dejar de mencionar al aparato jurídico y policial que seguramente redoblarían el margen de su actuación, con el ánimo de enfrentar situaciones derivadas del descontento ante la cesantía o la reinserción en otro puesto laboral, aceptado a regañadientes. Trasladar a funcionarios y obreros de un centro de trabajo a otro, es un procedimiento que no estaría fuera de las probables estrategias para redistribuir las fuerzas productivas.

Lograr la reubicación de más de un millón 300 mil trabajadores excedentes en algunos de los centros de producción o de servicios del país, controlados en más de un 90% por el Estado, apunta a ser algo inaplicable si no se acometen otras medidas que viabilicen un proceso extremadamente complicado, y que podría multiplicar los índices de desestabilización social, a partir del notable aumento de la marginalidad y el mercado negro.

Al analizar esta cuestión no se deben perder de vista otras adversidades entre las que proliferan no pocos eventos vinculados a la anarquía.

Las autoridades se preparan para la aplicación de lo que parece tener profundas similitudes con una terapia de choque. Ante este panorama, la carencia de definiciones, o en su defecto, la ambigüedad en torno a una anunciada reforma estructural, incentivan las suspicacias frente a lo que serían los primeros pasos de un largo proceso para salir de décadas de estancamientos y retrocesos.

El país demanda acciones audaces y suficiente voluntad para emprender el camino hacia una forma de gobierno menos rígida, y que apunte a un gradual desmontaje del inoperante sistema de partido único y economía centralizada.

La dirigencia del país se acerca a un momento en que deberá elegir entre las desgastadas frases de una ideología sin futuro y el pragmatismo dotado con el instrumental para asumir la tarea de reconstruir la nación sobre bases racionales.

No decidir a tiempo para continuar con los discursos patrioteros, sería darle nuevas cuotas de credibilidad a un futuro marcado por la incertidumbre.

Se comenta que los escasos sitios donde hay plazas disponibles se localizan en la agricultura y en la construcción. Dos sectores caracterizados por el esfuerzo físico y deprimida remuneración. Por cierto, nada se ha hablado de una revisión salarial que pudiera beneficiar a las personas enviadas a desempeñar algún tipo de actividad en estos dos sectores. A no ser que se aplique la fuerza en sus diversas modalidades, es difícil que los cubanos excedentes acepten tales opciones.

Veremos cómo se desarrolla la progresiva, y seguramente traumática relocalización del 20% de la población laboralmente activa.

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