viernes, 1 de octubre de 2010
Crisis alimentaria para el cubano medio.
Por Aimée Cabrera.
Un reciente reportaje del Noticiero televisivo causó gran impacto en la opinión pública, cuando hombres y mujeres de pueblo constataron cómo se ha echado a perder el plátano vianda o “de cocina”, debido a de medidas tan burocráticas como absurdas, que impiden que los productos agrícolas lleguen a tiempo a la ciudad.
La situación de la alimentación empeora de manera visible y, además del vaticinio de que los alimentos racionados desaparecerán junto con la libreta de abastecimientos, no se ve un amplio surtido de viandas, vegetales y frutas en los mercados autorizados para este fin.
De recorrido por una zona tan céntrica como la de Infanta y San Lázaro, y sus alrededores en el municipio capitalino de Centro Habana este fin de semana, se podía ver a las personas entrando y saliendo de los centros de venta sin poder adquirir todo lo que necesitaban.
En su mayoría se quejaban de la falta de mercancías liberadas en la moneda nacional como el yogur, el pollo o los huevos que ayudan a las familias habaneras, si bien en estos momentos, muchos trabajadores no tienen asegurado el almuerzo en los comedores de sus centros laborales.
“No es fácil el problema de la comida”-dice Naomi quien es una trabajadora casada y con dos hijos, quien vive con sus padres jubilados. “A los muchachos hay que prepararles meriendas, mi esposo y yo tenemos que llevar la nuestra también, porque no tenemos comedor, y a mis padres les dejo la de ellos, comemos todos una sola comida fuerte por la noche en la casa.”
El dinero apenas alcanza para tantas elaboraciones por eso, mujeres cono Naomi gastan casi todo el salario en las mismas. Es esta una de las razones por la que escasean los alimentos más baratos con mayor valor proteico.
El pescado considerado un alimento sano se convierte en un lujo para los comensales. La pescadería en moneda nacional de la calle 25 en el municipio Plaza , muestra dos filas de personas: la más larga para comprar los paquetes de croquetas a cinco pesos, la más corta para el pescado, donde el más barato cuesta casi cincuenta pesos el kilogramo que, al ser despachado sobrepasa el peso.
Se abastecen viandas como el boniato, la calabaza y el plátano a precios asequibles que oscilan en un peso la libra y hasta menos, pero los vegetales y las frutas no tienen la misma frecuencia de ventas a estos precios, cuando aparecen así están muy maduros o echados a perder. Entonces hay que pagar precios muy altos para comprarlas con mejor calidad en los agros mercados.
Este sábado la gente salía y entraba de las tiendas recaudadoras de divisas o “Shoppings” con la preocupación reflejada en sus rostros. Isabel comenta lo difícil que resulta para ella conseguir las galletas de soda o saladas para la merienda de su hija estudiante de primaria.
Ella prefiere los paquetes pequeños que traen varias unidades pues así destina uno para cada día de clases pero ya había ido a varias tiendas del área y no había visto ninguna de estas variedades.
La situación de la alimentación del cubano de a pie se dificulta cada día más y se convierte en algo impredecible, aún cuando no ha habido una catástrofe, como puede ser el paso de un huracán, o de varios, como ha sucedido en fechas no muy lejanas.
Esta realidad no parece afectar al gobierno, que continua priorizando todo tipo de hecho político y parece no inmutarse ante las tribulaciones alimentarias, que sufren quienes viven en el país.
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