viernes, 21 de enero de 2011

El nuevo año y los presos

René Gómez Manzano


Recuerdo una vieja película norteamericana: Un inventor de la Antigua Roma afirmaba haber ideado un artefacto volador. Desde un sitio elevado, el valiente se lanzó al vacío en presencia del emperador, y cayó en picada. Echando una mirada indiferente al descalabrado aventurero, el césar comentó con hastío: “No voló”.


En 2010, Fidel Castro anunció que los cinco cubanos encarcelados en Estados Unidos retornarían a Cuba antes del fin de año. Como es natural, esa declaración despertó expectativas entre los que se interesan por los espías. Pero ahora tendrán que exclamar: “¡No volvieron!”.


La predicción incumplida se une a otra memorable expresión de Castro: “El modelo cubano ya no funciona ni siquiera para nosotros”. Ambas fueron poco felices, y no porque sean falsas (al menos la recién citada es acertadísima), sino porque uno no acaba de comprender cuál era, desde el punto de vista del propio régimen totalitario, el sentido de hacerlas.

Más allá de cualquier desacierto castrista, parece innegable que la perseguida oposición ha estado presente de manera destacada, durante el año recién finalizado, en los hechos más relevantes de la política interna cubana, que están ligados a la anunciada terminación del presidio político.


Como antecedente, hay que mencionar, ante todo, la postura firme de los mismos penados, que durante años se han negado a claudicar, pese a que, como todo el mundo sabe, de haberse prestado a formular declaraciones de falso arrepentimiento, habrían salido a la calle hace mucho tiempo. Para orgullo de los opositores cubanos, hay que decir que esto sólo sucedió en un caso.


En segundo lugar, debemos rememorar el ejemplo heroico del mártir Orlando Zapata, muerto pese a que sólo reclamaba que el régimen reconociera lo indiscutible: que él y sus hermanos eran presos de conciencia que merecían un tratamiento similar al que bajo Batista recibieron los asaltantes del cuartel Moncada.


Y después, hay que recordar la firme postura de las dignas Damas de Blanco, que nunca claudicaron en su justo reclamo de libertad para sus maridos e hijos presos por sus ideas, así como la epopeya protagonizada por Guillermo Fariñas, que al igual que Zapata, demostró estar dispuesto a morir por sus ideas, no a matar por ellas.


Estos verticales desafíos a la dictadura militar sirvieron de antecedente al histórico diálogo entre Raúl Castro y la jerarquía católica; diálogo que dio inicio a las excarcelaciones. En este proceso, desde luego, le ha correspondido un papel destacado al propio gobierno comunista, partícipe del diálogo, responsable de las liberaciones, como antes lo fue de los injustos encierros.


Sin embargo, cualquiera diría que los jerarcas castristas se avergüenzan de su participación en ese proceso. Eso es lo que parece indicar el retraso de la liberación de los presos políticos que desean permanecer en Cuba, pese a los anuncios del cardenal Ortega, que en su homilía de año nuevo reiteró su confianza en que todos serán excarcelados.


Confieso que cuando el primero de esos doce fue liberado, pensé que los demás lo seguirían, probablemente a intervalos cortos, para que el gesto gubernamental pareciese más generoso. Pero ahora, luego de varias semanas sin que se haya excarcelado a alguno de los prisioneros (once en total) que continúan en la cárcel, cobra cuerpo la idea de que la protervia del régimen tenga motivaciones esotéricas, para evitar que los presos de conciencia cautivos sean doce, debido a las implicaciones históricas y cabalísticas de esta cifra.


Por aquello de que Año Nuevo, vida nueva, haría muy bien el gobierno castrista en reconsiderar esa actitud y acabar de soltar a esos dignos patriotas que no debieron haber estado presos ni un solo día.

No hay comentarios:

Publicar un comentario