Mostrando entradas con la etiqueta René Gómez Manzano. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta René Gómez Manzano. Mostrar todas las entradas

lunes, 27 de septiembre de 2010

Adivinanza para Cuba y Venezuela


René Gómez Manzano


En estos días rememoré la adivinanza de uno de mis compañeros de infortunio durante la primera de las temporadas que he permanecido alojado contra mi voluntad, por cuenta del gobierno comunista. Después diré el porqué de mi recuerdo. El acertijo dice así: Amarilla por fuera, / blanca por dentro, / llena de cruces / la lleva un muerto.


Las alusiones al símbolo cristiano por excelencia y a un hombre que ya no está entre los vivos nos hacen pensar en el Orlando Zapata venezolano, Franklin Brito, fallecido heroicamente en Caracas hace una semana tras una prolongada huelga de hambre en reclamo del respeto de su propiedad.


¡Qué ironía! ¡Que un hombre tenga que ayunar durante meses y llegar hasta la muerte porque los gobernantes han expropiado la modesta finca que heredó de sus ancestros! ¡Y todo porque ellos se consideran conocedores de supuestas recetas para la felicidad universal que pasan, precisamente, por el despojo y el desconocimiento de los derechos de sus ciudadanos, y además, por el racionamiento de alimentos!


En su obra maestra, El siglo de las luces, Alejo Carpentier sitúa a Esteban, el protagonista, en la Guayana Holandesa, visitando la consulta de un médico en la que coincide con un grupo de esclavos que deben sufrir la amputación de una pierna como castigo por un intento de fuga.


El autor comenta con cruel ironía: “Y como la sentencia había de ejecutarse limpiamente, de modo científico, sin usarse de procedimientos arcaicos, propios de épocas bárbaras, que provocaban excesivos sufrimientos o ponían en peligro la vida del culpable, los nueve esclavos eran traídos al mejor cirujano de Paramaribo para que procediera, sierra en mano, a lo dispuesto por el tribunal”.


Recordé este pasaje porque ahora el teniente coronel Chávez ha anunciado que un sistema de racionamiento se establecerá próximamente también en Venezuela. Con lo cual se demuestra una vez más que el “socialismo del siglo XXI” es parecidísimo al de la centuria anterior. Una cortesana vieja con colorete.


Pero ya no se empleará el método primitivo de la “libreta de abastecimientos” cubana, una cartilla en la cual los vendedores, siempre los mismos, hacen sus anotaciones a mano. En la patria del Libertador, aplicando las técnicas más modernas, se implantará una tarjeta electrónica, de la cual se descontará lo que el usuario compre en las tiendas.


O sea: la ciencia puesta al servicio de la dificilísima tarea de repartir la miseria. Salvando las distancias, algo así como las amputaciones perpetradas por el especialista holandés.


No obstante, en las tierras socialistas no se renuncia al eufemismo. Si en la Cuba castrista llaman “libreta de abastecimientos” a la cartilla de racionamiento, al documento que coarta al ciudadano, lo restringe, lo obliga a sólo consumir tres cuando desea comprar diez, en la Venezuela chavista han llegado al colmo del descaro, al bautizar el nuevo invento como “cédula del buen vivir”. ¡Menuda buena vida les espera a los venezolanos de la mano de Hugo Chávez!


Y ahora retorno a la adivinanza de mi compañero de cárcel, que esta nueva ocurrencia “bolivariana” me hizo recordar: Amarilla por fuera, / blanca por dentro, / llena de cruces / la lleva un muerto. ¿La respuesta? La libreta de abastecimiento cubana, que tiene una carátula amarilla, hojas blancas en las que la adquisición de algunos productos se marca con una cruz, y que carga siempre con él un muerto de hambre

Uno solo hace declaraciones


René Gómez Manzano


En julio fue detenido en Caracas el salvadoreño Francisco Chávez Abarca, acusado de actos terroristas en Cuba. Él mismo se metió en la boca del lobo, viajando a Venezuela, aliada del castrismo. Esto ha provocado especulaciones, como la de Bertrand de la Grange, quien afirmó hace unas semanas que “es probablemente un agente cubano”.


Horas después del arresto se informó que el sospechoso había reconocido su participación en hechos delictivos graves; algunos en la propia Venezuela, en la que involucró a varios opositores. Los chavistas, en lugar de enjuiciarlo por esos actos dirigidos contra su propio país, decidieron extraditarlo a Cuba.


Quizás por deformación profesional, desconfío cada vez que veo una confesión como la de Francisco Chávez. Mi experiencia de abogado es que los acusados, como regla, tratan de minimizar su responsabilidad. En Cuba, a menudo, una autoincriminación de ese tipo se logra sólo tras meses de “recibir atención” en celdas tapiadas.


Pero el salvadoreño, como si fuese un masoquista o un aberrado, hizo ante sus captores una explanación detallada de sus fechorías. Y esto aunque su aspecto, al ser enviado a Cuba poco después, no era el de una persona maltratada.


No obstante, como jurista, la razón principal por la que siento interés en este caso es la rapidez admirable con la que se realizaron los trámites. Como veremos, esa premura extrema no se ajusta a las disposiciones legales aplicables.


En Cuba, el asunto es regulado en los artículos del 435 al 441 de la Ley de Procedimiento Penal, que son bastante escuetos, pero señalan la abundante papelería que debe presentarse legalizada. En Venezuela, se contemplan plazos de dos meses para la entrega de la documentación, más 30 días posteriores a la notificación del solicitado para celebrar una audiencia, más una quincena para decidir el caso. Esto según el Título VII del Código Orgánico Procesal Penal.


La realización de esos trámites en sólo una semana despierta interrogantes. ¿Se habrá actuado así para evitar el contacto del detenido con la prensa libre venezolana, que aún sobrevive? En cualquier caso, el sucedido merece figurar en el libro de récords Guinness. Aunque en Cuba sabemos tramitar aceleradamente asuntos penales. Recordemos a los tres desdichados fusilados en 2003 por haber secuestrado una embarcación durante algunas horas.


Desde la extradición del Chávez Abarca, el régimen de La Habana ha guardado silencio. ¿Qué harán con él? ¿Lo mostrarán próximamente por televisión? ¿Tal vez antes de las elecciones parlamentarias en Venezuela, el próximo 26 de septiembre?


Por si su rostro reaparece ante los periodistas, viene al caso recordar la anécdota del cubano que decenios atrás secuestró una aeronave y voló de Estados Unidos a la Isla. Ya en poder de los agentes de La Habana, expresó que deseaba hacer importantes declaraciones, por lo cual debían convocar a la prensa.


No sé cómo calificar las palabras de su interrogador; si estricto apego a la verdad o desparpajo. Lo cierto es que el secuestrador recibió esta respuesta: “En este país hay una sola persona que formula declaraciones importantes”. Veremos si Chávez Abarca hace manifestaciones de ese tipo, y entonces juzgaremos.

¡Pobre Cuba!


René Gómez Manzano


Los trabajadores cubanos andan preocupados por el inminente inicio del despido masivo de más de un millón de empleados, anunciado hace meses por el presidente Raúl Castro. Esa cifra impresionante ha sido precisada por especialistas bien informados, que hablan de no menos de un millón 250 mil.


De manera típicamente orwelliana, el anuncio final de la impopular medida ha correspondido a la tristemente célebre Central de Trabajadores de Cuba, el gremio oficialista que, lejos de defender a sus miembros, se ha consagrado históricamente a exigirles el cumplimiento de las más ingratas demandas de la patronal.


En este caso, bajo el nombre de la CTC, se ha publicado un pronunciamiento en el periódico Granma. El denso documento, junto a numerosos lugares comunes de la propaganda comunista, plantea que, entre los lineamientos para 2011, se contempla “la reducción de más de 500.000 trabajadores en el sector estatal”.


En un párrafo antológico, los supuestos representantes del proletariado hacen un inventario de las medidas anti-obreras que propugnan: “Es necesario elevar la producción y la calidad de los servicios, reducir los abultados gastos sociales y eliminar gratuidades indebidas, subsidios excesivos, el estudio como fuente de empleo y la jubilación anticipada”.


¿El principio rector del proceso?: la idoneidad demostrada. A quienes desconocen las sutilezas de la neo-lengua castrista hay que aclararles que ese eufemismo contiene, como elemento fundamental, la aceptación expresa de las políticas del régimen. O sea, que podemos contar con que este proceso será aprovechado para premiar a los incondicionales y castigar a los desafectos.


Por supuesto, a los cesanteados les ofrecerán las alternativas de siempre. En primer término, la agricultura, que en el caso de La Habana y de otras ciudades mayores implica alejarse de la familia, instalarse en albergues infectos, usar transportes de cuarta categoría y realizar una labor a la que no se está habituado, por un salario ridículo.


¿Otras opciones? Limpieza de calles, enterrador, buzo o cazador de cocodrilos en la Ciénaga de Zapata. Como imaginarán, esas propuestas, que son las que suelen recibir los jóvenes que arriban a la edad laboral, resultarán menos atractivas para los adultos que no se han criado en esos medios.


Queda entonces la variante del trabajo por cuenta propia. Incluso los periodistas independientes comentan con moderado optimismo sobre esa perspectiva. La mayoría de los trabajadores entrevistados expresa la esperanza de aumentar sus ingresos por esa vía. Lo que, por supuesto, está por verse.


No hay dudas de que algunos alcanzarán ese objetivo, pero será probablemente una minoría. Los más, apacentados durante decenios en los amplios establos comunistas, no se acostumbrarán a labrarse su propio destino y sucumbirán en la desigual pelea. En el ínterin, cabe esperar que la prostitución y el delito común florezcan como nunca antes. Ojalá me equivoque.


Donde sí existe un entusiasmo delirante por la purga anunciada es en las filas del sistema estatal de inspectores. Estos funcionarios, entre los que proliferan el cohecho y la desvergüenza, se afilan los dientes pensando en la multitud de infelices que caerán en sus fauces. Como es natural, ellos aspiran a que sus parientes y amigotes engruesen su contingente, por lo que también el nepotismo hará su agosto. ¡Pobre Cuba!

Un golpe y un océano


René Gómez Manzano


La historias de la crisis de los misiles soviéticos en octubre de 1962, describe una situación curiosa confrontada por el Presidente John F. Kennedy y sus asesores cuando recibieron dos mensajes contradictorios enviados por el Primer Ministro soviético Nikita Jruschov.


El primero era de talante conciliador, y cuando el equipo dirigente norteamericano redactaba su respuesta con la esperanza de que ese documento abriera una salida al terrible trance, llegó otro mucho más belicoso y enérgico, impuesto al parecer por el sector intransigente del Politburó.


¿Qué hacer ante esa situación? La solución la dio el secretario de Defensa Robert McNamara. La salida, genial en su sencillez, consistió en contestar simplemente el primer mensaje, y hacer caso omiso del segundo, actuando como si no hubiera existido.


En los últimos días hemos conocido de manifestaciones diversas de Fidel Castro. Las respuestas que dio al periodista norteamericano Jeffrey Goldberg, contienen distintos planteamientos, varios de los cuales él mismo ha intentado desvirtuar después en una declaración leída el viernes en el Aula Magna de la Universidad de La Habana.


Aunque algunas de las manifestaciones ahora matizadas o incluso desautorizadas por su propio autor versan precisamente sobre la llamada Crisis de Octubre, es conveniente salvar las distancias y actuar como lo recomendó en su momento el señor McNamara.


Dicho esto, debo admitir que me parecen bien las declaraciones que |Goldberg pone en boca de Castro y que, obviamente, son fieles al original; algo que el propio ex Presidente reconoció al señalar que Goldberg no inventa frases.


Lo anterior incluye la confesión por parte de Castro de que su propuesta a Jruschov para que asestara el primer golpe nuclear a los Estados Unidos “no valió la pena en absoluto”. También comprende el reconocimiento de que “el modelo cubano ni siquiera nos funciona a nosotros”.


Desde luego, para la generalidad de los disidentes cubanos, nada de esto es noticia. Hace tiempo que planteamos asuntos como éstos, y nos ha costado años de injusta prisión. Ejemplo de ello somos los cuatro autores del documento La Patria es de todos, encarcelados por el mismo Castro cuando se encontraba en la plenitud de sus facultades y de su poder omnímodo.


Pero estas son cosas del pasado. Lo más triste es que en este momento, aunque muchos opositores pacíficos del grupo de los 75 han sido excarcelados y desterrados a España, hay decenas de cubanos que continúan privados de libertad sólo por haber discrepado de la historia oficial comunista.


En cuanto a las aclaraciones de Castro en el recinto universitario habanero, lo mejor es prestarles la misma atención que Kennedy y sus colaboradores brindaron a la segunda carta de la dirigencia del Kremlin.


El reconocimiento de que no hubiera valido la pena que los soviéticos desatasen la guerra atómica, aunque tardío, es acertado.


En cuanto a que “el modelo cubano ni siquiera nos funciona a nosotros”, es también un reconocimiento válido, no importa que casi todos lo supiéramos ya. Sólo queda preguntarnos qué piensa ahora el despistado coronel Hugo Chávez de sus promesas de sumergir a Venezuela en un “océano de felicidad” marchando por la misma senda que Cuba.

Una razón para estar preocupado


René Gómez Manzano



En los últimos días han aparecido distintos documentos públicos sobre el tema de las recientes excarcelaciones de presos políticos, y sobre el papel desempeñado en ese proceso por la Iglesia Católica Cubana.


El viernes 20 de agosto se calificó de “bochornosa” la actuación de esa institución -la más antigua de nuestro país- en una carta calzada con los nombres de más de cien personas, entre ellas algunos conocidos opositores; pero varios de los supuestos firmantes se han desmarcado de ese empeño. A ese escrito siguieron contundentes respuestas suscritas por laicos muy vinculados a la jerarquía eclesiástica.


El pasado jueves se publicó una declaración emitida por los tres miembros del Secretariado Pro Tempore de la Agenda para la Transición Cubana que están facultados para emitir documentos urgentes en nombre de esa coalición, sin dudas la más nutrida y variopinta de la oposición pacífica interna.


En este último escrito, aunque no falta determinada crítica a algún prelado, se da una valoración positiva de la actuación de la Iglesia y se saluda el proceso de excarcelaciones, aunque condenando que hasta el momento haya estado acompañado por la obligatoria emigración de los liberados.


Creo que estos sucesos dan pie a que meditemos acerca de esa problemática y de las distintas divergencias sobre las que versa la polémica.


Durante decenios, el tema de los presos políticos ha sido el primer punto en las agendas de las distintas agrupaciones opositoras, e incluso ha ocupado un lugar relevante en las peticiones de otras fuerzas que no tienen ese carácter. Esto es justo y necesario, porque esos hermanos son los que de manera más directa y cruel sufren la opresión totalitaria.


La pregunta que tenemos que hacernos es si en verdad creemos en la conveniencia y la necesidad de excarcelarlos, como hemos proclamado durante tanto tiempo. Si lo creemos, entonces debemos actuar de modo coherente. Lo inconsecuente es afirmar que el hecho (condenable, a no dudarlo) de que la excarcelación de varias decenas de ellos haya implicado hasta ahora su marcha al exilio, “beneficia a la dictadura”.


Análoga valoración merecen las lamentaciones sobre la posible desaparición del estupendo movimiento Damas de Blanco. Como se sabe, esas mujeres admirables han expresado que ellas existirán “mientras haya un solo preso político”.


Esto quiere decir que la dispersión del grupo significaría necesariamente que ya no hay presos políticos en Cuba. ¿Es eso lamentable? ¿Hay que pensar que porque el gobierno “aspira desesperadamente” a la desaparición del movimiento Damas de Blanco debemos desear que siga habiendo cautivos de conciencia?


Creo que es hora de que la oposición pacífica de nuestro archipiélago sea capaz de aplicar la lógica y de juntarse para acometer empeños comunes en todo aquello en lo que estemos de acuerdo. Para eso habrá que dejar a un lado ansias protagónicas que a estas alturas resultan absurdas, si no risibles.


En el ínterin, el doctor Castro, refiriéndose -como suele hacerlo en los últimos tiempos- a la actual situación en el Medio Oriente, señala “238 razones para estar preocupado”. A fuer de sincero, a mí se me ocurre una sola, pero no es extranjera, sino nacional: la catástrofe en que está sumida nuestra desdichada Cuba tras medio siglo de régimen comunista.

viernes, 27 de agosto de 2010

Sucesos en Santa Clara


René Gómez Manzano


Por primera vez en medio siglo, el acto por el 26 de Julio pasó a un tercer plano. El periódico Granma del pasado martes aborda en primer lugar la reunión económica entre Cuba y Venezuela; después, el encuentro de Fidel Castro con intelectuales. Sólo en tercer lugar se habla de la concentración popular celebrada en Santa Clara.

Creo que fue justo el tratamiento dado por los colegas oficialistas al evento que, por simple hábito o inercia, siguen llamando "acto central", pero que al menos esta vez no fue el más importante de la jornada.

Y no sólo porque el discurso principal haya sido encomendado a un dirigente de segundo orden como Machado Ventura, sino porque el contenido de la alocución que leyó no aportó absolutamente nada nuevo al pueblo, que esperaba otra cosa.

Sobre la caótica situación nacional planteó que se marcharía "paso a paso", y repitió los vetustos objetivos del "ahorro, la reducción de gastos y la máxima racionalidad posible".

¿Las recetas anunciadas por el médico? Las que ya aburren de tan viejas y sabidas: el "trabajo ideológico de los cuadros" y "el estudio, el análisis y la toma de decisiones"; esto "sin improvisaciones ni precipitaciones"; o sea, a paso de jicotea.

Pero hay que insistir en que la desastrosa situación interna fue un tema secundario en la peroración del Vicepresidente Primero. Según reconoció expresamente, el evento estuvo dedicado al nacimiento de Simón Bolívar y al bicentenario de la independencia de la América Hispana continental.

Es evidente que esa temática -tan ajena a las preocupaciones inmediatas de nuestro pueblo-, la interpretación del himno de Venezuela -pese a no tratarse de un evento bilateral-, la colocación de la bandera de ese país en el lugar preferente -en el centro- flanqueada por las de Cuba y el 26 de julio, así como la mención al Libertador antes que al Apóstol, no son más que modos poco elegantes de congraciarse con el gobierno chavista.

Todo esto -desde luego- acompañado por la vehemente mención a la "indestructible hermandad entre Cuba y Venezuela". ¿Será que esos vínculos son más sólidos que los que existieron antaño con la Unión Soviética? Porque también entonces se hablaba en términos de eternidad y de indestructibilidad.

¡A qué extremos debe llegar la desesperación del equipo dirigente de La Habana cuando confía de ese modo en el régimen chavista, que -a diferencia de la URSS, que ciertamente parecía inmortal- conservará sus actuales características absolutistas apenas hasta que tome posesión el nuevo parlamento que deberá ser elegido en septiembre! Porque es cierto que, aun si los chavistas -cosa dudosa- conservan la mayoría congresional, perderían el dominio casi absoluto que hoy poseen en el legislativo, de modo que ya no tendrían la posibilidad de apoyar incontroladamente a sus países clientes, como ahora.

Mientras, en la misma Santa Clara continúa recuperándose Coco Fariñas, aunque en una sala de terapia intensiva, debido a su gravedad. Por su parte, la coalición que él ideó - Agenda para la Transición Cubana-, consciente de la importancia de que los opositores pacíficos nos juntemos, acaba de emitir un comunicado en este sentido.

viernes, 2 de julio de 2010

Los dos bloqueos

René Gómez Manzano

Junio 01



En esta última semana ha continuado la crisis generada por el hundimiento de un buque de guerra surcoreano. El país afectado ha acusado directamente a la República Popular Democrática de Corea que, en realidad, es un reino nada popular y aún menos democrático.



Desde la izquierda, otros han creído ver en el hecho la mano siniestra de los Estados Unidos. Lo anterior fue planteado en el programa Dossier, que conduce Walter Martínez, quien, en su desenfreno “progre”, ha creído ver en la fugaz visita a China del tirano de Pyongyang, la prueba irrefutable de su inocencia.



Esa especulación fue recogida con entusiasmo por Fidel Castro en uno de sus últimos trabajos periodísticos. En verdad, no cabía esperar otra cosa, pues ya se sabe que el Reflexionante en Jefe no suele permitir que le quiten el sitio de honor que ocupa entre los enemigos de los Estados Unidos.



A pesar de la importancia de ese enfrentamiento, la noticia principal de la última semana ha sido dudas la irrupción de tropas israelíes en los buques de una flotilla que transportaba ayuda para los palestinos de la franja de Gaza.



Las evaluaciones de este suceso no han estado exentas de las inevitables diferencias de enfoque y diversidad de matices, aunque el tono general ha sido de rechazo y condena al asalto.



Los integrantes de la flotilla se proclaman como pacíficos. A fuer de sincero, debo decir que las filmaciones de sus entrenamientos a bordo, así como los tubos, maderos y cabillas que ellos blandieron frente a los asaltantes, no me parecieron demasiado pacíficos.



Se reprocha acremente que los atacantes arrojaran al mar varios cadáveres —versión no comprobada, hasta donde sé —, pero esos mismos críticos se cohíben de reprender los lanzamientos por la borda de soldados israelíes vivos, que sí están plenamente documentados…



De todos modos, lo que me ha animado a escribir este artículo no son esas opiniones rectas o torcidas, sino la unanimidad con que todos hablan sobre el bloqueo establecido por Israel contra la franja de Gaza.



No es que el término esté siendo usado con absoluta precisión: Se sabe que en ese estrecho territorio semidesértico de Palestina viven más de un millón de personas, cuya supervivencia durante años sería incompatible con la existencia de un verdadero bloqueo en toda regla.



Pero es cierto que, como demuestran los hechos relacionados con la flotilla, el ingreso a Gaza de alimentos, combustibles y otros productos vitales, está sujeto a las limitaciones y controles establecidos por el estado judío.



Nada ni remotamente parecido sucede en Cuba, que puede comerciar libremente con todos los países del mundo, excepto uno. Pero incluso Estados Unidos, a pesar del embargo, es nuestro principal suministrador de alimentos.



Eso no importa. El régimen de La Habana y sus defensores seguirán empleado la palabra “bloqueo” para referirse tanto a lo que padece Gaza, como a Cuba, a pesar de que —como queda dicho— se trata de cosas totalmente distintas.



Son dos bloqueos: el que más o menos es de verdad, y el de mentiritas. O para decirlo en criollo: el de relajo.

El éxito de todos

René Gómez Manzano

Junio 2010



En los últimos tiempos, la opinión pública y la prensa han prestado gran atención al papel desempeñado por la Iglesia Católica Cubana como interlocutora del gobierno comunista.


Esto comenzó al anunciarse el permiso de las autoridades para los desfiles dominicales de las Damas de Blanco, y aumentó tras la prolongada entrevista del pasado miércoles 19 entre los jefes de ambas entidades, el cardenal Jaime Ortega y el general Raúl Castro.



Los comentarios han subido de tono e intensidad, a raíz de adoptarse lo que parecen ser los pasos iniciales para dar cumplimiento a lo acordado entre ambas potestades. Todos aguardan expectantes que se produzcan los primeros traslados de presos políticos enfermos hacia los hospitales, medida inaugural anunciada.



Se suceden las especulaciones: unas más acertadas, otras no tanto. Me llamó la atención el comentario de un prestigioso cubanólogo, que echa en falta ver al purpurado habanero “apretándole duro las tuercas a Raúl”. En realidad, bajo un sistema totalitario como el de La Habana, ningún nacional suele “apretarle las tuercas” -¡y mucho menos “duro”!— al gobernante de turno.



Estimo que ya es un logro —y nada despreciable— que el régimen comunista haya accedido a dar esos pasos, y que haya utilizado, como interlocutora válida, a una entidad que, cualesquiera que sean los errores atribuidos a su jerarquía, es realmente independiente, como la Iglesia Católica.



Creo que, aunque esto no sea lo más importante, tampoco conviene exagerar el papel de esta institución. El rol principal —pienso— corresponde a los presos políticos, a las dignas Damas de Blanco, a los autores de las huelgas de hambre, Orlando Zapata y Guillermo Fariñas.



Los primeros se han negado a claudicar ante el régimen; las segundas han mantenido encendida, semana tras semana, la llama del desafío y la esperanza; los terceros no han vacilado en apostar sus vidas en el esfuerzo por alcanzar sus nobles propósitos.



Pero lo fundamental en este momento no es determinar los méritos que correspondan a cada actor. Se sabe que, aunque el fracaso es huérfano, el éxito suele tener numerosos padres; de modo que es sólo natural que muchos reclamen el mérito de haber inspirado esos pasos, que comienzan a ser ya algo distinto.



Lo principal es que empiecen a abrirse vías de entendimiento, que se escuchen las voces de los diferentes sectores de la sociedad. Si se echa a andar en esa dirección, entonces la autoría del camino se hará menos importante.



Soy moderadamente optimista. No creo que, desde el punto de vista del régimen, tenga sentido haber iniciado este diálogo con la Iglesia para finalizarlo sin resultado alguno, asumir determinados compromisos con el propósito de incumplirlos, o levantar faltas expectativas para acabar defraudando a todos.



Por todo ello pienso que esta nueva etapa desembocará en la liberación de cautivos de conciencia, especialmente los enfermos, que son los que más sufren en la presente coyuntura. Si ello es así, entonces podemos felicitar a todos los que han intervenido directamente en el proceso, porque el éxito será de Cuba; es decir, de todos.

Haz lo que digo y no lo que hago

René Gómez Manzano


Mes de mayo 2010



Desde hace semanas, la opinión pública mundial se ha pronunciado sobre la Ley SB 1070, dictada a fines de abril en el estado norteamericano de Arizona.



La mayoría de los criterios son hostiles al documento, que ha sido calificado como “anti inmigrantes”. Las protestas han resultado especialmente significativas en los Estados Unidos, donde el pasado primero de mayo hubo manifestaciones en varias ciudades.



No es mucho lo que puedo comentar al respecto, pues se trata de un país democrático, y es perfectamente normal que los ciudadanos que se consideran afectados injustamente —en especial inmigrantes y familiares— expresen su inconformidad con la medida.



Son los comentarios sobre el tema realizados en Cuba los que provocan mi reacción. Ya se sabe que el sistema totalitario no desperdicia una oportunidad de atacar al vecino, pero si se trata de este tema, el castrismo no tiene un ápice de fuerza moral para criticar.



Primero, escribieron sobre el particular los propagandistas del régimen, pero se trataba de simples opiniones personales. Sin embargo, el jueves de la pasada semana se publicó una declaración de la Comisión de Relaciones Internacionales de la Asamblea Nacional del Poder Popular. Ante esto no puedo quedarme callado, porque resulta inaudito que el régimen critique a otros por lo mismo que hace constantemente.



El documento oficial cubano afirma que la ley en cuestión tiene carácter racista, y critica que permita a la policía “usar el perfil racial para detener a cualquier persona si tiene sospecha razonable de que es un ilegal”.



¡Las cosas que hay que leer! ¿Será posible que los señores diputados que integran la Comisión no sepan que los agentes represivos de Cuba, cada vez que se les ocurre, detienen en la vía pública y demandan el carné de identidad a cualquier ciudadano, y sin que exista sospecha razonable?



Esa actuación arbitraria no está basada en disposición legal alguna contra los jóvenes negros; por consiguiente, se trata de una práctica viciosa de carácter racista. Acto seguido, la Declaración pasa a criticar la citada SB 1070 actúe “criminalizando de hecho a los inmigrantes sin papeles”.


Eso es cierto, ¡pero es el colmo que esa crítica parta de los diputados cubanos, cuando en nuestro Código Penal aparece plasmado lo mismo que ahora se reprocha a la ley de Arizona! En Cuba se criminaliza, a través del artículo 215 del vigente código represivo, el hecho de penetrar ilícitamente al país. Ese precepto prevé sanciones de hasta tres años de privación de libertad.



Los funcionarios y los publicistas cubanos parecen empeñados en aplicar el conocido refrán: Haz lo que digo, y no lo que hago.

martes, 20 de abril de 2010

Lucida celebración del Domingo de Ramos en Sancti Spíritus


Ana Margarita Perdigón

Delegada del CUTC en la provincia de Sancti Spíritus

Periodista independiente


En la Iglesia de la Caridad, ubicada en el centro de la capital espirituana, se celebró el pasado día 28 la festividad del Domingo de Ramos, con gran afluencia de público

En la escalinata del templo católico ubicado en la confluencia de las calles Céspedes e Independencia de la villa del Yayabo comenzó a las nueve y media de la mañana la celebración de la última entrada triunfal de Jesús a Jerusalén.

Centenares de fieles se aglomeraron para recibir los tradicionales ramos de palma y escuchar las palabras iniciales del párroco. Acto seguido entraron a la iglesia, que quedó repleta de público, al extremo de que muchos tuvieron que permanecer de pie.

Después de leídos los pasajes bíblicos establecidos para la fecha, el sacerdote oficiante pronunció un sentido sermón en el que recalcó los principios cristianos que deben predominar en cada hogar cubano y exhortó a todos a seguir fielmente a Jesús.

El líder opositor René Gómez Manzano, quien también asistió a la misa, afirmó al término de la celebración: "Reconforta ver el gran número de personas, en particular jóvenes, que concurrió a este acto. Cuba, para volver a ser feliz, debe retornar a sus raíces cristianas".

Foto tomada a la entrada de la Iglesia de la Caridad de la ciudad de Sancti Spíritus, sita entre las calles Céspedes e Independencia de la villa del Yayabo, poco después de las nueve y media de la mañana del domingo 28 de marzo de 2010 (Domingo de Ramos).

Foto tomada por Ana Margarita Perdigón Brito.

Foto tomada poco después que la anterior en el mismo lugar, en el momento en que los fieles entran al templo.

Aparecen en la foto, de frente a la cámara, los dirigentes opositores René Gómez Manzano y Ana Margarita Perdigón Brito.

Foto tomada por Hady Rosa Domínguez Perdigón.


Foto tomada el mismo Domingo de Ramos en el interior de la Iglesia de la Caridad de la ciudad de Sancti Spíritus.

Foto tomada por Ana Margarita Perdigón Brito.

EL LEÓN Y LA RATA


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Muerto heroicamente Orlando Zapata, los medios de prensa han reaccionado intensamente, incluso en Cuba. Confieso que este escenario me complace muchísimo: Las campañas mediáticas que me aturden son las que hacen los totalitarios para lavar los cerebros de sus súbditos. Lo único que deploro es que la gran cobertura haya podido ser lograda sólo con la inmolación.

Pero en realidad no cabía esperar otra cosa. A quienes nunca han estado presos en Cuba hay que informarles que —por desgracia— suelen pasar inadvertidos para el gran público los sacrificios que hacen los cautivos. Éstos, a diferencia de los Cinco, no tienen acceso a internet, ni pueden ser fotografiados o llamar por teléfono a su antojo; y sólo reciben visitas de familiares.

Por eso el ex preso político Guillermo (Coco) Fariñas, prodigando abnegación y actuando en nombre de los que no son escuchados, ha logrado llamar la atención del mundo hacia la justa causa de los prisioneros de conciencia de Cuba. Me siento representado por él; por eso me complace sobremanera que periodistas que tienen vergüenza viajen a Santa Clara a entrevistarlo.

Visité al Coco tras el inicio de su huelga. Lo vi mucho más delgado que de costumbre; noté su decaimiento y sus manos heladas. Como desde entonces han pasado demasiados días y él se ha mantenido inconmovible, comprendo que ahora esté peor.

Su acto de protesta es algo real, y no una mera comedia; por eso su salud se resiente cada vez más. Hace días tuvo un dolor tan intenso que los médicos pensaron en un infarto; este lunes hubo que retirarle la canalización; ha tenido fiebres de hasta 39,5 grados; su presión arterial está muy baja. Confieso que toda esa situación no me parece nada graciosa, como ha sugerido alguien.

Ahora, cuando ya han terminado exitosamente los siete días consecutivos de marchas que las valerosas Damas de Blanco realizaron para conmemorar igual número de años que sus esposos, hijos y otros seres queridos llevan guardando injusta prisión, el foco de la atención internacional se centra nuevamente en el admirable esfuerzo de Fariñas.

Comprendo que, aunque el planteamiento sea ridículo, los alabarderos del régimen lo llamen “mercenario”: Para eso les pagan. También entiendo que algún otro, con títulos de independiente, utilice argumentos más retorcidos al tratar de empequeñecer el inmenso sacrificio.

Pero sé que ahora, cuando hay en el mundo tantas personas decentes dispuestas a escuchar, gracias a Zapata y al Coco el mensaje de los demócratas cubanos se difunde, y llega así a más oídos receptivos.

Podría ponerme a hacer comparaciones; contrastar —por ejemplo— las cárceles cubanas con las de los países civilizados, pero no vale la pena hacer parangones estériles: ¿Tendría sentido perder el tiempo comparando a un león con una rata de alcantarilla?

También yo amo las citas martianas. Por eso termino así: “Como la llaga con hierro ardiente ha de ser quemado en su cueva el talento que no sirva a la virtud”.

SOGAS Y PINCHOS


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Recuerdo una escena memorable de la película El hombre de Maisinicú. Tras comprobar que todos sus seguidores habían participado en el ahorcamiento y apuñalamiento del agente encubierto desenmascarado, el guerrillero anticomunista Cheíto León —magistralmente interpretado por Reinaldo Miravalles— comentaba: “Aquí todo el mundo dio soga o pinchó”.

Como se trataba de un enemigo, los cineastas oficialistas hacían la pintura con colores recargados, generosamente teñidos de cinismo. La historia —sin embargo— nos enseña que, en la práctica, son los castristas quienes de manera más consecuente han seguido la política de involucrar a todos sus presuntos seguidores en las medidas más repudiables del régimen.

¿Qué, si no eso, fueron los cientos de miles de ciudadanos puestos a gritar “¡Paredón!” en la plaza pública? ¿O los tenebrosos “actos de repudio”? ¿O los generales y miembros del Consejo de Estado que, al pedir un castigo ejemplar en la televisión, se convirtieron en partícipes del asesinato legal del general Ochoa y sus compañeros?

Ahora, cuando los alabarderos del régimen repiten sus mentiras nauseabundas tratando de presentar al mártir Orlando Zapata como un violento delincuente común y al heroico licenciado Guillermo Fariñas como un “agente del imperialismo”, cuando no sólo atropellan en las calles a las dignas Damas de Blanco, sino que pretenden justificar el abuso en los medios masivos, ha llegado nuevamente la hora en que todo el que esté dispuesto a ser cómplice de la calumnia y la arbitrariedad pinche o dé soga.

Anteayer, el periódico Granma publicaba opiniones de varios ciudadanos, todas ellas escrupulosamente ajustadas a la línea oficial. Ayer le tocó el turno a una declaración de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) y la Asociación Hermanos Saíz, calzada con los nombres de sus respectivos órganos dirigentes.

Por esta vez no se ha recurrido —al menos hasta ahora— al socorrido expediente de recoger firmas de los intelectuales. Recuerdo que esto sí se hizo a raíz de conocerse el documento de crítica a la situación nacional emitido a comienzos de los años noventa por los patriotas agrupados en Criterio Alternativo. Lo mismo ocurrió tras la Primavera Negra de 2003. ¿Por qué no se hace lo mismo ahora!

En aquellos momentos fueron publicadas las listas de firmantes, y todo el que estuvo interesado pudo saber quién suscribió el documento y quién no. Hoy, al cabo de los años, puede determinarse la actitud asumida por cada cual, como pudo comprobarlo recientemente en Miami el cantautor Amaury Pérez.

Yo, como ex miembro de la Asociación de Escritores de la UNEAC —de la que fui expulsado por mi postura contestataria—, declaro que sería una desvergüenza que los jerarcas de esa agrupación —y también los de la Asociación Hermanos Saíz— no contasen con la voluntad de los miembros de filas en un asunto tan importante como éste.

Es imprescindible que, en esta hora de definiciones, cada intelectual dé la cara. Que quienes no estén dispuestos a secundar la patraña tengan la posibilidad de negarse a firmar, y que quienes deseen respaldar la grotesca versión oficial lo demuestren con sus nombres.

¡Quien quiera prestarse a participar de la infamia, que pinche o que dé soga!

LAS VIGAS DEL CASTRISMO


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente

El Parlamento Europeo, por abrumadora mayoría, adoptó una argumentada y contundente resolución sobre la situación de Cuba. Sobresalen en ella aspectos vitales; en primer lugar, la condena de “la muerte evitable y cruel del disidente preso político Orlando Zapata Tamayo”.

También se deplora la ausencia de cualquier “gesto significativo de las autoridades cubanas… en favor de la liberación de todos los presos políticos y del pleno respeto de las libertades y derechos fundamentales”, y se llama la atención “sobre el alarmante estado en que se encuentra el periodista y psicólogo Guillermo Fariñas”.

La reacción del régimen castrista fue rapidísima. El mismo día salió publicada una declaración a nombre de la Asamblea Nacional. La prensa oficialista no se ha molestado en explicar cómo fue que los más de seiscientos diputados acordaron ese documento, si no estaban reunidos.

La endeblez de los argumentos empleados salta a la vista: ¡No vacilan en exaltar los supuestos logros del régimen en “la lucha por la vida de los seres humanos” apenas un par de meses después que murieran más de cuarenta enfermos mentales por frío (¡en el trópico!), hambre y abandono!

Vale la pena recordar esa masacre mientras evaluamos las palabras del canciller Bruno Rodríguez en Ginebra, destacadas por Granma en su primera plana una semana antes: “Cuba tiene una ejecutoria meritoria e intachable en la protección del derecho a la vida…”.

Al propio tiempo, la prensa oficialista cubana ha desatado una campaña propagandística enfilada contra los europeos. Es raro el día en que no aparece un artículo criticando las violaciones reales o supuestas de los derechos humanos en el Viejo Continente.

Cabe aquí recordar aquello de que en todas partes cuecen habas. Resulta difícil imaginar un país en el que no haya un solo hecho de esa clase. El problema radica en la seriedad con que se aborde esa problemática; y —por supuesto— en la magnitud de las infracciones perpetradas.

Recuerdo un viejo informe por países elaborado por Amnistía Internacional. En la sección de Ruanda se señalaba el genocidio que provocó la muerte de cientos de miles de seres humanos; en el capítulo consagrado a Suecia, se debatía si existió o no la bofetada que un inmigrante africano denunciaba haber recibido de un policía.

Cuestión de grados. No critico a la prestigiosa organización internacional; respeto su política de señalar simplemente hechos, sin otorgar calificaciones a los distintos países. Pero no hay que confundir una simple pajita con una viga.

Esto último es lo que hace el régimen de La Habana: Un detallado recuento de las pajitas —reales o ficticias— alojadas en los ojos ajenos, mientras se niega a ver las vigas incrustadas en los propios.

Debemos tener presente esta triste realidad al analizar la situación actual: En las cárceles cubanas permanecen veintenas de presos de conciencia, muchos de ellos gravemente enfermos, mientras el licenciado Guillermo Fariñas continúa su epopéyica huelga de hambre y sed en demanda de la liberación de estos últimos.

LOS HIJOS PUTATIVOS


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Insólitamente, el régimen cubano ha publicitado la muerte en prisión de Orlando Zapata Tamayo: El 27 de febrero publicaron un artículo virulento de Enrique Ubieta; después hubo un reportaje en la televisión cubana.

Se dice que lo contrario del amor no es el odio, sino la indiferencia. De manera análoga, lo opuesto a la propaganda elogiosa de los comunistas no suele ser la calumnia, sino el ninguneo de los opositores. Por eso, aunque la ocasión es luctuosa, tenemos que sentirnos satisfechos porque el régimen se ha visto obligado a hablar del caso. Esto demuestra la gran indignación mostrada por la opinión pública nacional e internacional.

Como de costumbre, la manipulación de los hechos ha estado presente: Se dice que Zapata fue “procesado” por varios delitos, lo cual no significa necesariamente que lo sancionaran por ellos. En cuanto a que “volvió a delinquir” en marzo de 2003, confieso ser copartícipe: yo ayunaba junto a Zapata en defensa de los presos políticos cubanos cuando él fue encarcelado nuevamente.

Por supuesto, no se dice ni una palabra de los atropellos que sufrió el cautivo. Se distorsionan los objetivos de su sacrificio al silenciar que su petición central era que se le diera el mismo trato que a los asaltantes del cuartel Moncada. ¿Era demasiado pedir!

Simultáneamente, el régimen ha exhibido imágenes de la mamá de Orlando tomadas ocultamente, así como la grabación de una charla telefónica privada. Es así como los comunistas respetan el dolor de una madre y los derechos de sus súbditos.

Aunque parezca increíble, vuelve a repetirse la acusación de “mercenarios”, pero uno no logra comprender qué sentido tiene ese calificativo para Zapata, que entregó su vida, o para el licenciado Guillermo Fariñas, en huelga de hambre y sed desde hace una semana.

Ahora es el fraterno Coco quien más necesita de nuestra atención. Ayer lo visité en su humilde casa santaclareña. Coincidí con muchos compatriotas, entre ellos el ex preso político Francisco Chaviano. Los médicos dictaminaron su grave estado de salud, pero no hacía falta ser facultativo: su delgadez extrema y su baja temperatura indicaban su empeoramiento físico.

Hoy sufrió un desmayo. Conducido al hospital, se le pasó un suero, pero el médico de guardia y el director del Hospital Arnaldo Milián se negaron a darle ingreso. “Para salir de su gravedad, el paciente sólo tiene que comer”, decían. Como es natural, ninguno de esos hijos putativos de Hipócrates habría tenido pantalones para decir algo semejante si no estuviera cumpliendo una orden venida de lo alto.

Por eso tenemos que dar la señal de alarma: en el caso de Guillermo, parece que el régimen piensa en un desenlace igual al de Zapata. Los que conocemos la abnegación del Coco sabemos que está dispuesto a llegar hasta el final. Si con Orlando la solidaridad internacional masiva se produjo tras la muerte, es necesario que con Fariñas no se repita la historia. Desde ahora tenemos que sensibilizar a la opinión pública. ¡Impidamos un nuevo asesinato!

EN MEMORIA DE ZAPATA


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Conocí a Orlando Zapata Tamayo el 11 de marzo de 2003, cuando un grupo de seis cubanos iniciamos un ayuno en apoyo de los presos políticos cubanos. Era un joven de treinta y tantos años, no muy locuaz.

En los días siguientes pude conocerlo mejor. Me asombró saber que estaba encausado, aunque en libertad provisional. Pensé que otro, en su lugar, habría invocado la posible revocación de ese beneficio para rehuir el ayuno. Pero no él: tal actitud no habría compaginado con su carácter de mármol. Así lo demostró con la huelga de hambre que lo mató en la tarde de hoy.

Lo vi por última vez en la madrugada del 20. Continuábamos ayunando y ya se había iniciado la Primavera Negra. Hora a hora recibíamos noticias de nuevas detenciones. Recuerdo que, al hablar con un diplomático amigo, Orlando estuvo de acuerdo en que, en caso de ser encarcelados también nosotros, no aceptaríamos ser canjeados por los cinco espías cubanos.

En términos comparativos, salió bien librado de su juicio. Ante las sanciones elefantinas de los demás detenidos, los tres años de Orlando parecían casi una vacación. Seguramente otro, en su lugar, habría quedado libre en 2006, pero no Zapata. Era demasiado generoso; apasionado y vertical hasta el exceso. A su sanción inicial fueron sumándose más años, hasta pasar de treinta.

Los atropellos que sufrió lo hicieron iniciar esta última huelga de hambre a principios de diciembre. Hemos escuchado las denuncias de otros presos, de sus seres queridos. Encerrado en solitario, las autoridades lo privaron de agua durante toda una semana. Cuando sus propiedades fueron entregadas a su mamá, ésta pudo comprobar que estaban completamente roídas y cubiertas de excrementos de ratas. Podemos entonces imaginar en qué terribles condiciones pasaría esos días Zapata, tirado en el mismo piso que sus pertenencias.

Literalmente fue traído a La Habana para que muriera aquí. Al trato cruel se sumó la burla obscena; son dignas de recordar las palabras de un oficial de la policía política: “Les tengo una noticia buena y una mala: la buena es que está en el Hospital Ameijeiras; la mala es que se está muriendo”.

No puedo evitar pensar que Orlando Zapata Tamayo, con su conducta admirable, se ha ganado un lugar de honor en la historia de nuestra Patria; me enorgullece pensar que conviví con él durante una década, durante sus últimos días de libertad.

A este hombre en cuyas venas se mezclaban las sangres de nuestros ancestros españoles y africanos, le ha tocado reeditar, al cabo de un tercio de siglo, la hazaña inmortal de Pedro Luis Boitel. Duele pensar que representantes de dos generaciones de cubanos hayan tenido que llegar a ese sacrificio supremo, y todo contra el mismo régimen cruel. Nuestra pobre Cuba seguirá teniendo el dudoso honor de ser el único país de las Américas cuyo gobierno ha dejado morir de hambre a algún preso político.

Descansa en paz, Orlando. Tus hermanos trataremos de ser fieles a tu ejemplo luminoso.

INDIGNACIÓN A PLAZO FIJO


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


El 10 de diciembre, Día Internacional de los Derechos Humanos, presenciamos la arremetida represiva del régimen castrista, centrada en las dignas Damas de Blanco. Los noticieros de televisión, fieles a las consignas del tenebroso Departamento de Orientación Revolucionaria, transmitieron un reportaje con escenas del hostigamiento contra esas mujeres admirables. No había que ser muy inteligente para comprender el objetivo de la inusual exhibición: atemorizar a los descontentos.

Otra vez se echó mano del pretexto escuchado antes: “Es la reacción espontánea del pueblo, indignado por las provocaciones de los asalariados del gobierno norteamericano”.

La nueva repetición de esta calumnia me hizo pensar en los notables vaivenes de la actuación popular: basta comparar —por ejemplo— la virulencia de los brutales actos de repudio contra los marielitos en 1980 y la gran tranquilidad de las mismas “masas revolucionarias” durante el éxodo de los balseros catorce años después. Supongo que cualquier despistado que crea de buena fe en la espontaneidad de la reacción popular, se asombrará de esa extraordinaria diferencia.

Pero es evidente que, para hacer esa comparación, cualquier observador tendría que mantenerse informado de la realidad de Cuba durante un decenio y medio, lo cual no siempre podemos esperar de —digamos— alguno de esos jóvenes extranjeros indigestados de marxismo que son los mejores candidatos a tragarse todas las fábulas del gobierno castrista.

En esta ocasión no ha habido que esperar tanto. Han bastado minutos para presenciar un cambio total, análogo al antes mencionado, aunque de signo contrario. Las mismas Damas de Blanco dan fe de ello: En los kilómetros que caminaron desde la casa de Laura Pollán hasta el Parque Villalón sólo recibieron muestras de simpatía o indiferencia, jamás de hostilidad; pero al arribo a este último paraje surgió como por encanto la “indignación de las masas enardecidas”: comenzó el gigantesco acto de repudio que esas valerosas mujeres tuvieron que sufrir durante horas hasta retornar al punto de partida.

Entre las muchas agresiones verbales y físicas que padecieron las Damas de Blanco durante esa jornada memorable vale la pena mencionar un sucedido relatado por la misma Laura, que seguramente ayudaría a aquel extranjero confundido a comprender qué es lo que pasa en realidad, y hasta qué punto es espontánea la reacción del pueblo:

Una de las “repudiantes” se pasó de la raya, por lo que recibió un violento empellón de uno de los agentes encubiertos encargados de evitar males mayores. Recuperada de su asombro, la aguerrida hembra gritó exasperada: ¿Y entonces para que me trajeron aquí!

Obviamente, esa fémina desconocía las ventajas de la discreta medianía. Ignoraba que, bajo el comunismo, la “indignación popular” que ella misma ejemplificaba tiene que ajustarse a las órdenes de los coreógrafos de turno; que si a los ojos de los jefes es malo no llegar, peor es pasarse. En fin: que como en la interesante película cubana Siete muertes a plazo fijo, también en estos casos el furor tiene que ser dosificado: se trata de una indignación a plazo fijo.

¿UN NUEVO APARTHEID INTELECTUAL?


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Continúa la campaña propagandística desatada por el régimen cubano a raíz de la heroica muerte del preso de conciencia Orlando Zapata Tamayo y del inicio de la huelga de hambre y sed del líder opositor Guillermo Fariñas Hernández.

Se recurre a la calumnia al calificar al primero como “preso común”, cosa que, para los castristas, no puede tener mucho sentido: todos sabemos que sus dirigentes afirman que “en Cuba no hay presos políticos”. Por supuesto que esto es falso, pero si fuera verdad, entonces decir que Zapata era un cautivo común no pasaría de ser una perogrullada.

En el plano interno, se suceden las reuniones en los centros laborales; en ellas, después de brindar una versión distorsionada de los hechos, se coacciona a todos para que cierren filas ante la “campaña anticubana”. Hace unas horas se adoptó un acuerdo similar en el Congreso de la Unión de Jóvenes Comunistas.

En este último evento tuvimos —además— la imposición adicional que implicó la presencia de los “dirigentes históricos”. Se trata de una tradición de larga data, que comenzó en 1959 con el congreso constituyente de lo que entonces se llamaba Asociación de Jóvenes Rebeldes.

Pero si por aquellas fechas la asistencia de Fidel Castro podía verse como algo relativamente normal (por tratarse —a no dudarlo— de un hombre joven), la actual presencia de los dirigentes ya ancianos resulta chocante, y sólo puede constituir una forma adicional de coartar cualquier manifestación de heterodoxia.

Por su parte, los órganos de la prensa oficialista continúan publicando informaciones sobre la solidaridad mostrada por los “amigos de Cuba” ante la “ofensiva propagandística” del “imperialismo”. Este sábado —por ejemplo— tocó el turno a algunos artistas brasileños.

Su argumento central, que destaca Granma, es la pregunta: “¿No les parece una cobardía cruel volcarse contra ese pueblo heroico y pretender enseñarle el significado de democracia y derechos humanos?” Parece que los intelectuales del fraterno Brasil quisieron parecer brillantes, pero sólo han logrado demostrar su ignorancia de la historia y su desprecio por la lógica, pues una cosa no tiene nada que ver con la otra.

¿Puede alguien dudar del heroísmo desplegado por los rusos y por muchos de los pueblos colonizados de la Unión Soviética frente a la invasión hitleriana? Pero a estas alturas, ¡habrá alguien que todavía ponga en duda que no sabían casi nada de democracia y mucho menos de derechos humanos?

Unos días atrás, en otro artículo, yo denunciaba que en esta ocasión, a diferencia de otras anteriores, no se han publicado los nombres de los intelectuales cubanos que apoyan la postura oficial.

La desvergüenza ahora se acerca al colmo: Se publican las listas de escritores y artistas extranjeros que se han hecho cómplices de la infamia, pero se niegan a hacer lo mismo con los cubanos. Los castristas —pues— parecen empeñados en aplicar el refrán: Haz lo que digo y no lo que hago.

Por eso tengo que proclamar que constituye un verdadero descaro que se pretenda cosechar el apoyo de los hombres y mujeres de pensamiento en Brasil o en el Japón, y que no se haga otro tanto con los de nuestra propia Patria. ¿Será que estamos el presencia de un nuevo apartheid intelectual!

EL ÚLTIMO CRIMEN DE STALIN


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


En días pasados, la opinión pública mundial se estremeció con la noticia del accidente de aviación en el que perdieron la vida el presidente de Polonia, Lech Kaczynski, su esposa y todos los miembros de una delegación de altísimo nivel.

Según las escuetas informaciones de la prensa oficialista cubana, el hecho tuvo lugar en los accesos a la ciudad rusa de Smolénsk, en cuyo aeropuerto, en medio de una intensa niebla, pretendía aterrizar la aeronave presidencial.

Aunque se evalúan también otras posibilidades, los primeros resultados de las investigaciones apuntan hacia un error humano del piloto, el cual, a pesar de habérsele sugerido que se dirigiera a otro sitio, insistió en tomar tierra en Smolénsk.

Confieso que, al enterarme del luctuoso suceso, me pregunté qué podían estar buscando el Jefe del Estado polonés y su comitiva en esa ciudad provincial perdida en la inmensidad de las estepas rusas. La censurada información oficialista no satisfacía mi inquietud.

Después, a través de la prensa extranjera, supe que los altos dignatarios se dirigían al tristemente célebre bosque de Katyn, en el cual, unos setenta años atrás, la policía política soviética, por órdenes del tirano José Stalin, exterminó a miles de polacos.

Pese al tiempo decursado, vale la pena rememorar los antecedentes de la horrible masacre: El primero de septiembre de 1939, las tropas hitlerianas, sin previa declaración de guerra, invadieron la República de Polonia. Los patriotas de la nación católica eslava, pese a la desproporción de fuerzas, asombraron al mundo con su épica resistencia.

Al cabo de un par de semanas, mientras los polacos pugnaban heroicamente por contener la invasión nazi en sus territorios occidentales, el Ejército Rojo, también sin previa advertencia, penetró al país por el Este. Los seguidores del tirano del Kremlin actuaban amparados en el tenebroso Pacto Molotov-Ribbentrop, suscrito semanas antes, por el cual ambos dictadores —Hitler y Stalin— se repartían el Viejo Continente.

En Polonia, el ataque a traición de los secuaces del manco georgiano condujo al encarcelamiento de miles de oficiales, prisioneros de guerra de las tropas soviéticas. Meses más tarde llegó del Kremlin la siniestra orden: “¡Extermínenlos!”. Los esbirros comunistas la cumplieron al pie de la letra en el bosque de Katyn.

Poco tiempo después, cuando las tropas alemanas, en su avance hacia Moscú, llegaron al fatídico lugar y descubrieron las fosas comunes, convocaron a representantes de la opinión pública mundial como testigos de la carnicería.

Los discípulos de Lenin, demostrando una vez más que su cinismo no conoce límites, afirmaron con el mayor desparpajo que los autores de la matanza habían sido los propios nazis. Esta mentira descarada fue repetida durante décadas, y sólo en tiempos de Gorbachov, iniciada ya la Glasnost, algunos órganos de prensa soviéticos empezaron a reconocer la horrenda verdad.

Era justo y necesario que las altas autoridades de la gran Polonia —libre ya de las cadenas rojas— acudieran en peregrinación al bosque de la infamia. Me explico ahora la insistencia del piloto en aterrizar en Smolénsk y no en otro sitio. ¡En pleno Siglo XXI, Stalin sigue asesinando!

La Habana, 15 de abril de 2010.

BRINDIS AMARGO POR EL FUTURO


René Gómez Manzano

Abogado y periodista independiente


Durante este abril, los interesados en los temas cubanos hemos presenciado un suceso inusitado: el debate entre un político declaradamente anticastrista y un artista históricamente vinculado a los círculos de poder de La Habana.

Esta batalla de ideas —que es tal de verdad, no sólo de nombre—, que en cualquier país civilizado —incluyendo la Cuba de antaño— resultaría absolutamente normal, nos parece ahora, por obra y gracia de medio siglo de totalitarismo, algo insólito.

Carlos Alberto Montaner y Silvio Rodríguez son —a no dudarlo— intelectuales cubanos de talla mundial. Ellos desarrollan sus actividades en ramas diferentes del saber humano: la ensayística y el periodismo el primero; la música y la poesía el segundo.

Ya esta sola circunstancia indica una cierta asimetría en la discusión. Lo lógico sería que ésta se hubiera entablado entre homólogos. Digamos: que el contrincante del brillante político liberal radicado en Madrid fuese un dirigente comunista o alguno de los habituales de la Mesa Redonda.

Creo que hay aquí buenos temas para reflexionar: ¿Tal vez su no participación en el debate haga comprender a algunos alabarderos del castrismo hasta qué punto los menoscaban la incondicionalidad y la obsecuencia; que los haga meditar en lo conveniente de pensar con su propia cabeza?

Y por otra parte, ¿acaso estos sucesos no demuestran que la vieja Cuba estalinista está en fase terminal? Una controversia como ésa habría sido inconcebible bajo el “padrecito de los pueblos”, como lo es hoy en la Corea de los Kim. Pero también lo habría sido en la Cuba de los años setenta.

En cuanto al debate en sí, sería una petulancia de mi parte pretender terciar en él. Por supuesto que mis simpatías están del lado de Carlos Alberto, pero aquí valdría la pena parafrasear al filósofo griego: Me considero amigo de Montaner, pero soy más amigo de la verdad. Incluyendo —desde luego— las muchísimas verdades que él ha expresado.

Sólo quisiera hacer a ambos contendientes una sugerencia: Creo, compatriotas, que los hechos demuestran que hay dificultades a menudo insuperables para que los cubanos de uno y otro bando nos pongamos de acuerdo en el pasado. Además, esa labor —más propia de historiadores— no promete muchos beneficios.

Para sacar a Cuba del agujero en que se encuentra, ¿es imprescindible que los opositores al régimen cubano y sus partidarios de talante reformista coincidamos en nuestras valoraciones sobre la justicia —o falta de ella— de las matanzas de soldados somalíes en el Ogadén? ¿O en la utilidad de la guerra de Angola?

Pienso que lo verdaderamente útil, lo imprescindible, es que pensemos en llegar a consensos sobre el futuro. Muy probablemente, la salida de la tenebrosa situación actual de nuestra Patria pase por acuerdos esenciales entre quienes nos oponemos al sistema y los que, aunque postulando la necesidad de cambios sustanciales, manifiestan apoyarlo.

Es posible que esto desagrade a algunos, tanto en un bando como en el otro, pero la noble idea de democratizar y hacer prosperar a Cuba bien merece que estemos dispuestos a apurar ese trago, aunque nos parezca amargo.

La Habana, 13 de abril de 2010.